El invencible verano de Liliana de Cristina Rivera Garza
Las víctimas se quedan porque saben que cualquier movimiento súbito va a provocar al oso. Se quedan porque con el tiempo han podido desarrollar algunas herramientas capaces de calmar, a veces con éxito, a la presa furiosa: ruegan, suplican, prometen, adulan, demuestran públicamente su afecto por el depredador y su alianza con la gente que, como la policía o los licenciados o los amigos o la familia, podría salvar sus vidas. Las mujeres se quedan porque ven que el oso se aproxima. Y quieren vivir.
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