Nada de Carmen Laforet
Pensaba que los secretos más dolorosos y más celosamente guardados son quizá los que todos de nuestro alrededor conocen. Tragedias estúpidas. Lágrimas inútiles.
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Nada de Carmen Laforet
Pensaba que los secretos más dolorosos y más celosamente guardados son quizá los que todos de nuestro alrededor conocen. Tragedias estúpidas. Lágrimas inútiles.
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Nada de Carmen Laforet
Hasta entonces nadie a quien yo quisiera me había demostrado tanto afecto y me sentía roída por la necesidad de darle algo más que mi compañía, por la necesidad que sientes todos los seres poco agraciados de pagar materialmente lo que para ellos es extraordinario: el interés y la simpatía.
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Nada de Carmen Laforet
"Pero ¿usted cree en esas paparruchas de Dios?", me dijo. "Claro que sí, ¿usted no?", le contesté. "No, ni permito que lo crea nadie." "Entonces yo soy más republicana que usted, porque a mí me tiene sin cuidado lo que los demás piensen, creo en la libertad de ideas".
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Nada de Carmen Laforet
Aquí las cosas se encuentras bien, o por lo menos es lo que yo procuro...[...] Abajo no saben tratarlas. Parece que el aire está lleno siempre de gritos... y eso es culpa de las cosas, que están asfixiadas, doloridas, cargadas de tristeza. [...] Ni nuestras discusiones ni nuestros gritos tienen causa, ni conducen a un fin...
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Nada de Carmen Laforet
Luces, ruidos, el oleaje entero de la vida rompía contra los balcones con cortinas de terciopelo. Dentro también desbordaba; había demasiada gente.
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De corazón y alma de Carmen Laforet
De Carmen Laforet a Elena Fortún, 13 de noviembre, 1951. Queridísima Elena: Hoy me acuerdo muchísimo de ti. Me acuerdo siempre mucho, pero hoy más, no sé por qué. Llueve en Madrid tanto que parece esto Galicia, siempre con cielos nublados. El Retiro está precioso con el suelo lleno de hojas amarillas, los troncos de los árboles negros y las copas rojizas. Todo está mojado, con mucho olor de otoño. Yo tengo una temporada extraordinaria pereza. Y también de estar contenta, de flotar como nubes a pesar del cielo gris. No me entiendo ni siquiera un poco; porque haciéndome falta el dinero de tal manera que estoy, como se dice, ahogada, no trabajo lo que debería para salir adelante. Casi no trabajo. Y es horrible, porque de repente me coge una angustia y un remordimiento que no sé qué hacer. Vivo de milagro. Espero quizá que me caiga el dinero de las nubes. No sé. Por lo demás, todo en mi vida es amable. Todo el mundo es bueno conmigo. Hasta mis criadas, que son dos mujeres que voy encontrando extraordinarias de encantadoras y buenas que son. Todo eso, ya te digo, me hace sentir remordimientos. Porque cuando la vida es áspera y que se siente uno sola (sic) y luchando con todas sus fuerzas- como yo he hecho a temporadas- , debajo de toda la tristeza hay una especie de limpieza espiritual que a uno le da seguridad en si misma (sic). Yo me acuerdo ahora de cuando esperaba a mi última chiquilla. Estaba tan mal de dinero como ahora..., no, llegué a estar mucho peor. Me quedé sin servicio. Me levantaba a las cinco de la mañana y me sentaba a la máquina para escribir, como una autómata, artículos que publicaba, y páginas de la novela de las que no me sirvió ni una. Porque yo, cuando espero un chico no tengo la menor facultad creadora para otras cosas. En aquella temporada escribía yo de cinco a ocho, y a esa hora preparaba el desayuno de todos y luego arreglaba la casa, iba al mercado, volvía cargada - había restricciones y recuerdo con angustia aquella escalera de cinco pisos que yo subía con la bolsa de la compra a la espalda, embarazada de siete meses-. En fin, trabajaba mucho, estaba preocupadísima, y para colmo, era muy desgraciada por cosas mías y aún tenía tiempo de llorar por las noches cuando al fin me quedaba sola, tendida en una cama... Sin embargo, yo daba de mí todo lo que podía ¿sabes? y esto era bueno. + Leer más |
Nada de Carmen Laforet
¿No te sucede a ti, cuando te forjas una leyenda sobre un ser determinado y ves que queda bajo tus fantasías y que en realidad vale aún menos que tú, llegas a odiarle?
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Nada de Carmen Laforet
No había más que decir al llegar a este punto, puesto que era fácil para mí entender este idioma de sangre, dolor y creación que empieza con la misma sustancia física cuando se es mujer. Era fácil entenderlo sabiendo mi propio cuerpo preparado —como cargado de semillas— para esta labor de continuación de vida. Aunque todo en mí era entonces ácido e incompleto como la esperanza, yo lo entendía.
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Nada de Carmen Laforet
Tal vez el sentido de la vida para una mujer consiste únicamente en ser descubierta así, mirada de manera que ella misma se sienta irradiante de luz. No en mirar, no en escuchar venenos y torpezas de los otros, sino en vivir plenamente el propio goce de los sentimientos y las sensaciones, la propia desesperación y alegría. La propia maldad o bondad...
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Nada de Carmen Laforet
Sintiendo por primera vez, aun sin comprenderlo, que el interés y la estimación que inspire una persona son dos cosas que no siempre van unidas.
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Un noviazgo de Carmen Laforet
El tiempo había comenzado en aquel rostro una indefinible labor de destrucción, pero lo hacía de una manera muy especial, fría y correcta como la misma Alicia.
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Nada de Carmen Laforet
"Así suele suceder en las novelas, en las películas, pero no en la vida... Me estaba dando cuenta yo, por primera vez, de que todo sigue, se hace gris, se arruina viviendo"
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Nada de Carmen Laforet
Entonces fue cuando empecé a darme cuenta de que se aguantan mucho mejor las contrariedades grandes que las pequeñas nimiedades de cada dia.
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Nada de Carmen Laforet
De la casa de la calle de Aribau no me llevaba nada. Al menos, así lo creía yo entonces.
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Nada de Carmen Laforet
Cuando Angustias me abrazaba o me dirigía diminutivos tiernos, yo experimentaba dentro de mí la sensación de que algo iba torcido y mal en la marcha de las cosas. De que no era natural aquello.
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Nada de Carmen Laforet
-Quise pensar que me había equivocado de piso, pero aquella infeliz viejecilla conservaba una sonrisa de bondad tan dulce, que tuve la seguridad de que era mi abuela.
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Nada de Carmen Laforet
Me estaba dando cuenta yo, por primera vez, de que todo sigue, se hace gris, se arruina viviendo. De que no hay final en nuestra historia hasta que llega la muerte y el cuerpo se deshace.
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Nada de Carmen Laforet
Antes de ponerse los guantes se pasó, con un gesto maquinal, la mano por la frente. Una mano tan fina que me dieron ganas de volver su palma hacia mis ojos para maravillarme de su ternura, como a veces me gusta hacer con el envés de las hojas...
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Nada de Carmen Laforet
Yo gozaba una dicha concedida a pocos seres humanos: la de sentirme arrastrada en ese halo casi palpable que irradia una pareja de enamorados jóvenes y que hace que el mundo vibre más, huela y resuene con más palpitaciones y sea más infinito y más profundo.
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Gregorio Samsa es un ...