Northumbria, el último reino de Bernard Cornwell
A los daneses les encantaban los brazaletes. Cuantos más poseía un hombre, más se le consideraba, pues los brazaletes provenían del éxito.
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Northumbria, el último reino de Bernard Cornwell
A los daneses les encantaban los brazaletes. Cuantos más poseía un hombre, más se le consideraba, pues los brazaletes provenían del éxito.
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Northumbria, el último reino de Bernard Cornwell
-Lo has hecho muy bien, Uhtred. Te has comportado como un danés.- No me podía dedicar mayor elogio.
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Northumbria, el último reino de Bernard Cornwell
-No se puede vivir en un sitio -me contó-, si la gente no te acepta. Pueden matarte el ganado o envenenarte el agua, nunca sabríamos quién lo hizo. O los matas a todos o aprendes a vivir con ellos.
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Northumbria, el último reino de Bernard Cornwell
-Me gusta Bebbanburg -me dijo-. Lo quiero. -Es mío -repliqué cabezón. -Y tú eres mío -me dijo-, lo que significa que Bebbanburg es mío. Tú eres mío, Uhtred, porque te acabo de comprar, así que puedo hacer contigo lo que quiera. Te puedo meter en una cazuela, si me apetece, sólo que no tienes suficiente carne ni para alimentar a una comadreja. |
Northumbria, el último reino de Bernard Cornwell
Ha sido mi destino el de ver el pánico apoderarse de muchos ejércitos. Ese pánico es peor que el terror de las ovejas en un redil asaltado por lobos, más frenético que los espasmos de un salmón en una red extraída a la superficie. Su sonido debe partir en dos los cielos…
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Northumbria, el último reino de Bernard Cornwell
-Es algo horrible -me dijo Beocca-. La guerra, es algo espantoso. Yo no dije nada. A mí me parecía que era gloriosa e increíble.
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Northumbria, el último reino de Bernard Cornwell
La guerra se desarrolla envuelta en misterio. La verdad puede tardar días en llegar, y antes de la verdad vuelan los rumores, así que siempre es difícil saber qué está ocurriendo en realidad, y es todo un arte extraer el hueso limpio de la carne podrida del miedo y las mentiras.
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Northumbria, el último reino de Bernard Cornwell
Destiny is all, Ravn liked to tell me, destiny is everything.
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Northumbria, el último reino de Bernard Cornwell
[...] y eso era, y sigue siendo, Bebbanburg para mí: mi hogar. Ragnar me habría entregado la fortaleza de poder ser ser tomada, pero entonces pertenecería a los daneses y yo no sería más que su subordinado. [...] y los que los daneses dan, los daneses lo pueden quitar. Yo mantendría Bebbanburg con mi propio esfuerzo. ¿Sabía yo todo aquello a los once años? Algo sí, creo. Residía en mi corazón, informe, inarticulado, pero duro como una piedra. Con el tiempo acabaría cubierto, medio olvidado y a menudo cargado de contradicciones, pero siempre estuvo allí. El destino lo es todo, le gustaba decirme a Ravn, el destino lo es todo. Incluso me lo decía en sajón, wyrd bið ful aræd. |
Casaca roja de Bernard Cornwell
Los casacas rojas habían llegado al abrigo de la cálida noche, en silencio, y el enemigo estaba cerca. —¡Seguidme! Una vez más la orden fue un susurro. La compañía de Sam abandonó el sendero y se adentró en la negrura del bosque. Todos intentaban caminar en silencio, pero las ramas crujían, las agujas de pino secas chascaban y, en una ocasión, la culata de latón de un mosquete chocó con estruendo contra el tronco de un pino. |
¿En qué año se publicó?