Asesinatos, narcotraficantes, extorsiones y un inspector que atrae la mala suerte como las moscas a la miel...
a descubrir que, a menudo, el sol que más calienta también es el que más quema.
Con La Tragedia del Girasol Benito Olmo nos trae la segunda aventura del inspector Manuel Bianquetti.
Nos encontramos con un inspector Bianquietti suspendido de empleo y sueldo durante 24 meses por lo que ha de buscarse la vida para seguir trabajando por ello ahora es detective privado. La verdad es que el negocio no le va muy bien, por ahora su único caso es encontrar a Regina, una joven prostituta. Así que cuando su excompañero, Silva, le da la tarjeta de una agencia de seguridad que está buscando agentes para proteger al gran magnate el Sr. Ferraro, muy a su pesar decide aceptar.
Lo que en un principio iba a ser un trabajo muy bien pagado de solo dos días se convierte en una lucha por la supervivencia. Bianquetti tendrá que echar mano a sus instinto y pericia para sobrevivir un día más.
Lo primero de todo es avisar de que, aunque es una segunda entrega, no es necesario haberse leído la primera, La Maniobra de la Tortuga, para entender la trama y conocer a los personajes. De hecho, yo no la he leído (aunque lo haré). Solo hay una cosa que no sabía pero que no impide disfrutar de la novela: ¿por qué estaba suspendido el inspector de empleo y sueldo? Supongo que será por algo ocurrido en la La Maniobra de la Tortuga.
El inspector es un hombre rudo, independiente, nada dado a los sentimentalismos pero con un gran sentido del honor y, aunque no quiera admitirlo, con un gran corazón. En realidad es un bonachón pero tiene un carácter complicado y siempre se mete en líos. De hecho, y salvo porque no es alcohólico, cumple bastante bien con el perfil clásico de los detectives de las novelas policíacas.
Durante toda la novela, Benito Olmo va echando cabos y más cabos y una duda de que al final todo quede bien atado, pero queda. Todo queda hilado y recogido.
Soy amante de las novela negra, me gustan los casos complicados con sus crímenes, sus buenos y sus malos, sus malentendidos y sus falsas conclusiones. Me gusta que me sorprendan y que, a ser posible, me despisten y que el malo al final no sea el que yo pensaba (o que lo sea pero que haya algún otro malo por ahí que no veía venir). Me gusta que una novela policíaca me haga pensar, hacer conjeturas, deshacerlas y volverlas a hacer. Me gusta, en resumen, que me tenga en tensión. Y La Tragedia del Girasol ha cumplido con todos y cada uno de esos requisitos.
Sin embargo, no os voy a engañar diciéndoos que es una novela asombrosa. Es una novela que cumple perfectamente con los parámetros de la novela negra. Cumple su función de entretener y mantenerte intrigada durante su lectura. Es una buena novela, y la recomiendo pero también quiero que sepáis que no es una novela que te deje alucinada (como me pasó, por ejemplo, con El silencio de la ciudad blanca).
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