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Crítica de Fesaro


Fesaro
29 May 2018
Bianquetti ha vuelto y uno de los motivos de su vuelta es la de confirmar que Benito Olmo ha madurado aún más como escritor, con un personaje mucho más potente, tanto que tras terminar su libro ya tengo ganas de más y todo apunta a que el Bianquettismo puede adquirir tintes de secta literaria.
Para todos aquellos que leímos La maniobra de la tortuga no nos resultará extraño encontrarnos en La tragedia del girasol a un Bianquetti suspendido de empleo y sueldo, con un mal humor con respecto a su anterior novela multiplicado por siete y malviviendo ejerciendo de detective privado con algunos pequeños encargos. Será uno de esos encargos, encontrar a una chica que ejerce la prostitución una de las tramas de la novela. La otra cuidar en su papel de guardaespaldas de un magnate de los negocios que visitará Cádiz y de cuyo séquito de hombres de seguridad formará parte. Desgraciadamente esta historia no sale bien y Ferrero, que así se llama el hombre de negocios es asesinado con tan mala suerte que ese hecho será el comienzo de una serie de acontecimientos que pondrán en el ojo del huracán a nuestro policía de excedencia forzada.

Tan actual es la novela de Benito Olmo, que ahora que la guerra contra el narcotráfico en las costas gaditanas es portada en todos los medios de comunicación, el demuestra con una historia de las de siempre que esos asuntos han estado ahí y no es algo nuevo. Un acto más del autor por mostrar la cara más gris de Cádiz, esa que pervive junto a la otra más colorida y publicitaria de sol, carnaval y playas. En el fondo las novelas negras se construyen a base de miserias, ya sean humanas o materiales y Benito aquí las hace tan cotidianas, tan reales que en eso se basa uno de sus puntos fuertes, en retratar historias en escenarios cercanos y cotidianos que logra que el lector no se sienta extraño en ellos. Decía Somoza en una de sus novelas “a la realidad se le permite cualquier cosa, en tanto que la novela debe cumplir ciertos requisitos de verosimilitud” y Bianquetti es el punto intermedio entre realidad y novela.

Si algo me gusta de las historias de Benito es que me ha devuelto la ilusión por las novelas negras de corte tradicional. Las de bajos fondos, protagonistas atormentados de carácter rudo y de pocos amigos pero fieles. Lejos de los psicokiller, las novelas con tramas con muchos giros y finales con doble tirabuzón y vuelta atrás que tan apetecible son y en las que uno cada vez busca un punto cada vez más original, a veces llegan novelas como esta, sencillas dentro de su género, con una historia de las de siempre pero interesante donde muchas veces los personajes y su interacción entre ellos se hace más deliciosa que incluso la trama en sí.

La tristeza del girasol discurre poco a poco, con pies de plomo y esa puede ser la clave. El ritmo es el ideal para no perdernos detalle de todo y vivir la trama en un constante carpe diem. Yo disfruto el momento sin preguntarme quien será el asesino o como terminara porque aunque sé que es importante lo que realmente me atrae es saber en cada escena como va a salir de ella Manuel. Llegará el momento final y es entonces cuando dejaremos que el autor nos sorprenda porque sin duda aquí lo hace de una forma u otra porque tendremos giros finales de todos los colores para gusto del consumidor.

Se lo confesaba al autor hace unos días, no soporto el carácter de Bianquetti pero soy incondicional de su personalidad. A ratos un boxeador golpeado una y otra vez que vuelve a levantarse de su silla en cada asalto con cada sonido de timbre y que ya llega tarde para arrojar la toalla, a ratos con la fragilidad de un niño que no sabe la forma de tratar a los que ele quieren por miedo a estropearlo todo. Ese es el motivo para que llene la novela con su personalidad y a pesar de que en esta ocasión los personajes secundarios son peones de categoría, de los que acompañan y planifican genial la estrategia de la trama, Bianquetti es el protagonista absoluto, con unos diálogos llenos de chispa, frases lapidarias, con ingenio y hasta divertidas en ciertos momentos dentro del drama.

¿Recomiendo La tragedia del girasol?, absolutamente. Benito Olmo se ha superado y con creces con una trama mucho más interesante, unos diálogos que engancha al lector y que dan vida al mundo gris de delincuencia en el que nos sumerge el escritor. La novela es de final cerrado pero por la situación de los personajes uno intuye que aún hay trama interesante que nos espera en un futuro y Benito tiene muy buenas ideas para continuar con la saga según algunos aspectos que me confesó en mi encuentro con él.
Enlace: http://librosenelpetate.blog..
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