Tan solo mirando su portada podemos sentir el sonido de la trompeta mientras nos deleitamos con el jazz, … y además, la imagen que ofrece dice mucho de la historia que nos cuenta, porque será así, con los pies bañados en el mar mientras se deja llevar por la inspiración, cuando Karlos descubra que Inés lo ama.
Es esta una historia de amor que nos recuerda al caos ordenado que supone el propio jazz, ese que aglutina sonidos que siendo muy diferentes entre sí consiguen adaptarse unos a otros; como Karlos e Inés. Él, sosegado y apacible como el sonido de su trompeta, que nunca emite nota discordante; ella activista política, republicana y comunista en la Segunda República española y justo antes del levantamiento militar que provocó la Guerra Civil. Juntos dan lugar a una dulce armonía.
Al comienzo de “Con los pies en el agua”, Inés está casada con Francisco, un militar bebedor y maltratador que ni la aprecia, ni la respeta, ni la comprende y con el que tiene un hijo: Patxi. Por su parte Karlos vive con una madre viuda que se va adaptando como puede a los cambios en su vida. El escenario es el País Vasco preguerra civil, como mencioné antes. Inés y Karlos están teniendo una aventura extramatrimonial y viven con el miedo a que Francisco los descubra y cometa alguna locura; hasta que deciden usar ese recurso tan bueno que la Segunda Republica introdujo en España: el divorcio, y pudieron casarse.
Es aquí cuando tenemos algunos episodios de cambios convulsos, cuando vemos a la madre de Karlos, Dª María, aceptar a Patxi, pero tener reticencias hacia su nuera “por ser divorciada”, o la actitud desafiante del exmarido que sigue creyéndose dueño de su esposa.
Pero llega el levantamiento militar en África y en las calles comienzan los primeros conflictos. Aquí Francisco se verá perseguido por los republicanos que van asesinando militares y más adelante será Inés la perseguida por los militares, por su pasado político.
Iremos cambiando de escenario a medida que nuestros protagonistas se vean en la necesidad de huir y buscar un nuevo comienzo, Rusia, México, Cuba… son algunos de los lugares por los que irán pasando, intentando sobrevivir.
Hay una frase de Inés que refleja muy bien el sentir de aquellos que han pasado por lo mismo que ellos:
“…el frío de Moscú, lo llevo metido en los huesos. Lo peor es que lo tengo unido al terror y eso no se quita con una manta. Frío y terror juntos, inseparables”
“Con los pies en el agua” es una historia de amor y de guerra, de horror y de esperanza, de terror y alegrías, de lucha interior y de saber perdonar. Una lectura que me ha conmovido y removido por dentro y me ha hecho pensar, una vez más, lo importante de conocer nuestro pasado como sociedad, para no cometer los mismos errores en el futuro.
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