Panza de burro de Andrea Abreu
Yo era eso, un pájaro despelujado y lleno de pulgas, un pájaro con el corazón cansado y el pico abierto, el pico abierto a la espera de Isora, de sus palabras, [...].
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Panza de burro de Andrea Abreu
Yo era eso, un pájaro despelujado y lleno de pulgas, un pájaro con el corazón cansado y el pico abierto, el pico abierto a la espera de Isora, de sus palabras, [...].
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Panza de burro de Andrea Abreu
Yo soñaba con curarle la tristeza a Isora, quería ser su perro y ella mi santa con heridas en las rodillas.
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Panza de burro de Andrea Abreu
Me encantaba la capacidad de Isora para decir que no a la gente. Ella no tenía miedo de que la dejasen de querer. Decía lo que le apetecía cuando le daba la gana.
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Panza de burro de Andrea Abreu
Y entonces sonó el teléfono y fui corriendo a cogerlo. Era ella. Sentí su respiración como un pinchazo, tenia una voz de estar comiendo gomitas a escondidas, voz de jámster con kilos de pipas en la boca y me dijo shit, vienes mañana a jugar al canal? Y aunque me había propuesto odiarla le dije que si y le hubiera dicho que sí aunque me hubiese caminado la espalda con unos zapatos de pencas, aunque me hubiese escupido en los ojos, aunque.
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Panza de burro de Andrea Abreu
Y vi el mar, el mar y el cielo que siempre parecían la misma cosa, la misma masa gris y espesa de todos los dias. Se me ocurrió que la tristeza de la gente del barrio eran las nubes, las nubes clavadas en la punta del cogote, en la parte más alta de la columna vertebral, a la hora de la novela.
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Panza de burro de Andrea Abreu
Yo me preguntaba como ella sabía tantas cosas que yo no sabía y entonces me ponía triste porque pensaba que yo no tenía tristeza propia, que mi Promis tristeza era la de ella pero dentro de mi cuerpo, una tristeza como de imitación, dos triste as duplicadas, la marca falsa de unas tristeza, esa era yo, porque yo no tenía razones por las que estar triste pero me las inventaba.
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Panza de burro de Andrea Abreu
A veces, a Isora, la tristeza la abrutaba. Pasaba muchas horas sin pronunciar una palabra. Se sentaba en las esquinas de la parte baja de la venta, justo donde una pared se abraza a la otra y se quedaba allí mirando sin ver nada. Los ojos eran dos manchas, dos moscas verdes dando vueltas en un cuarto que apestaba a vino.
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Panza de burro de Andrea Abreu
Entre sueños sentí a mi padre y a mi madre que ya habían vuelto de trabajar del Sur. Normalmente se comían un fisquito papaya o un sangüi de jamón y queso, pero ese día se fueron derechitos pa la cama sin hablar.
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