Les Caprices de Marianne de Alfred de Musset
Yo no soy más que un libertino que no tiene corazón; yo no quiero a las mujeres, y el amor que inspiro es lo mismo que el que siento: la pasajera embriaguez de un sueño
|
Les Caprices de Marianne de Alfred de Musset
Yo no soy más que un libertino que no tiene corazón; yo no quiero a las mujeres, y el amor que inspiro es lo mismo que el que siento: la pasajera embriaguez de un sueño
|
Les Caprices de Marianne de Alfred de Musset
Sabía cuán engañosas son las ilusiones, y prefería las ilusiones a la realidad
|
Les Caprices de Marianne de Alfred de Musset
¿Qué es una mujer? Un entretenimiento fugaz, una frágil copa que contiene una gota de rocío, que se lleva un momento a los labios y que luego se arroja despectivamente
|
Les Caprices de Marianne de Alfred de Musset
Tenéis por delante cinco o seis años para ser amada, ocho o diez para amar, y lo demás para rezar
|
Les Caprices de Marianne de Alfred de Musset
Celio es mi mejor amigo, y si yo quisiera aguijonear vuestra voluntad, os diría que es hermoso como la aurora, joven y noble, y diría verdad; pero, como lo que deseo es excitar vuestra compasión, os diré que, desde el día en que os conoció, está triste como a muerte.
|
Les Caprices de Marianne de Alfred de Musset
¿No dicen que todas las mujeres se parecen? Entonces, ¿por que se parecen tan poco unos amores a otros?
|
Les Caprices de Marianne de Alfred de Musset
CELIO ¡Qué feliz eres con tu locura OCTAVIO ¡Y que locura la tuya, no ser feliz! |
Les Caprices de Marianne de Alfred de Musset
¡Desgraciado de aquel que se entrega en plena juventud a un amor sin esperanza!
|
Les Caprices de Marianne de Alfred de Musset
En la ciudad vuestra esposa está considerada por todos como un dragón de virtud; no se trata con nadie, y no sale de su casa más que para ir a misa
|
Las dos amantes de Alfred de Musset
No es entre dos mujeres, que tengo que escoger, sino entre dos caminos que he querido seguir a la vez y que no podían conducir al mismo fin: el uno es la alegría y el placer; el otro es el amor. ¿Cuál debo elegir? ¿Cuál conduce a la dicha?
|
|
Las dos amantes de Alfred de Musset
Su único consejero en medio de una libertad tan peligrosa era esa altivez nativa que triunfaba hasta sobre sus pasiones
|
Las dos amantes de Alfred de Musset
¿Cómo te has atrevido a repetirme por dos veces un nombre que debiste callar?
|
Las dos amantes de Alfred de Musset
Piensa de mí como quieras, y seme infiel si ello te place, pero guárdate de ofenderme
|
|
Las dos amantes de Alfred de Musset
Vagamente recordaba la historia de aquella viuda, tomada entonces como pretexto para hablar; pero así repetido, aquel nombre le pareció el de una seria rival
|
Las dos amantes de Alfred de Musset
La idea de que la marquesa, que estaba al llegar, se sentase apoyándose en el almohadón y profanase con su brazo desnudo las huellas del llanto de la viuda, se le hizo insoportable
|
Las dos amantes de Alfred de Musset
Se lamentaba de su falta de libertad, y tan pronto le daba por renunciar a visitarlas, yéndose a comer solo en el campo, con un libro bajo el brazo, como maldecía cualquier casual circunstancia que hacía imposible concederle la entrevista que les pedía
|
Las dos amantes de Alfred de Musset
No pudiendo corregirse de su locura, pretendía darle una sensata apariencia
|
Las dos amantes de Alfred de Musset
Mentiría si dijese a una de las dos que no la quiero o que no la he querido; antes preferiría perderlas a la vez que elegir entre ellas
|
Gregorio Samsa es un ...