Mi negro pasado de Laura Esquivel
He intentado refugiarme en la lectura pero, invariablemente, cada palabra que leo me remite a ti.
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Mi negro pasado de Laura Esquivel
He intentado refugiarme en la lectura pero, invariablemente, cada palabra que leo me remite a ti.
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Como agua para chocolate de Laura Esquivel
“-Como ve, todos tenemos en nuestro interior los elementos necesarios para producir fósforo. Es más, déjeme decirle algo que a nadie le he confiado. Mi abuela tenía una teoría muy interesante, decía que si bien todos nacemos con una caja de cerillos en nuestro interior, no los podemos encender solos, necesitamos, como en el experimento, oxígeno y la ayuda de una vela. Sólo que en este caso el oxígeno tiene que provenir, por ejemplo, del aliento de la persona amada; la vela puede ser cualquier tipo de alimento, música, caricia, palabra o sonido que haga disparar el detonador y así encender uno de los cerillos. Por un momento nos sentiremos deslumbrados por una intensa emoción. Se producirá en nuestro interior un agradable calor que irá desapareciendo poco a poco conforme pase el tiempo, hasta que venga una nueva explosión a reavivarlo. Cada persona tiene que descubrir cuáles son sus detonadores para poder vivir, pues la combustión que se produce al encenderse uno de ellos es lo que nutre de energía el alma. En otras palabras, esta combustión es su alimento. Si uno no descubre a tiempo cuáles son sus propios detonadores, la caja de cerillos se humedece y ya nunca podremos encender un solo fósforo. Si eso llega a pasar el alma huye de nuestro cuerpo, camina errante por las tinieblas más profundas tratando vanamente de encontrar alimento por sí misma, ignorante de que sólo el cuerpo que ha dejado inerme, lleno de frío, es el único que podría dárselo." + Leer más |
Como agua para chocolate de Laura Esquivel
El amor no se piensa: se siente o no se siente. Yo soy un hombre de pocas pero muy firmes palabras. Le juro que tendrá mi amor por siempre.
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Mi negro pasado de Laura Esquivel
Un abrazo tuyo tenía todo el peso del cielo. Era como quedar bajo el cobijo de un árbol milenario. Era la paz. Era el sueño tranquilo. Era la certeza de que no había nada que pudiera lastimarme.
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Como agua para chocolate de Laura Esquivel
Observando detenidamente las delicadas formas del muñeco, pensaba lo fácil que era desear cosas durante la niñez. Entonces no hay imposibles. Cuando uno crece se da cuenta de todo lo que no se puede desear porque es algo prohibido, pecaminoso. Indecente.
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Íntimas suculencias: Tratrado filosófico de cocina de Laura Esquivel
Uno es lo que come, con quien lo come y cómo lo come.
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Mi negro pasado de Laura Esquivel
El amor es eterno, viaja, se transforma, por siempre vuelve. Renace cada día en otros cuerpos, en otras bocas, en otras manos y hay que agradecerlo.
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El diario de Tita de Laura Esquivel
Si primero es lo primero, el amor va antes que nada. Y si primero es el deber y luego el placer, amar es nuestro deber y placer. No hay nada antes ni más allá que el amor
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Mi negro pasado de Laura Esquivel
El mundo invariablemente te hará hacer sentir que tienes algo muy urgente que hacer, algo que acabar, algo que cumplir y se nos va la vida tratando de complacer a todos los que podamos pues nos aterroriza la desaprobación.
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Como agua para chocolate de Laura Esquivel
"Ah. Y le sugiero que para la próxima vez que se enamore,¡ no sea tan cobarde!"
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Como agua para chocolate de Laura Esquivel
"Ella conocía, pues lo había sentido en carne propia, lo poderoso que puede ser el fuego de una mirada."
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Como agua para chocolate de Laura Esquivel
No es por vicio, ni por fornicio, sino para dar un hijo a tu servicio.
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Como agua para chocolate de Laura Esquivel
Mi abuela tenía una teoría muy interesante; decía que todos nacemos con una caja de fósforos adentro, pero que no podemos encenderlos solos... necesitamos la ayuda del oxígeno y una vela. En este caso el oxígeno, por ejemplo, vendría del aliento de la persona que amamos; la vela podría ser cualquier tipo de comida, música, caricia, palabra o sonido que engendre la explosión que encenderá uno de los fósforos. Por un momento, nos deslumbra una emoción intensa. Una tibieza placentera crece dentro de nosotros, desvaneciéndose a medida que pasa el tiempo, hasta que llega una nueva explosión a revivirla. Cada persona tiene que descubrir qué disparará esas explosiones para poder vivir, puesto que la combustión que ocurre cuando uno de los fósforos se enciende es lo que nutre al alma. Ese fuego, en resumen, es su alimento. Si uno no averigua a tiempo qué cosa inicia esas explosiones, la caja de fósforos se humedece y ni uno solo de los fósforos se encenderá nunca.
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Como agua para chocolate de Laura Esquivel
Como ve, todos tenemos en nuestro interior los elementos necesarios para producir fósforo. Es más, déjeme decirle algo que a nadie le he confiado. Mi abuela tenía la teoría muy interesante, decía que si bien todos nacemos con una caja de cerillos en nuestro interior, no los podemos encender solos, necesitamos, como en el experimento, oxígeno y la ayuda de una vela. Sólo que es en este caso el oxígeno tiene que provenir, por ejemplo, del aliento de la persona amada; la vela puede ser cualquier tipo de alimento, música, caricia, palabra o sonido que haga disparar el detonador y así encender uno de los cerillos. Por un momento nos sentiremos deslumbrados por una intensa emoción. Se producirá en nuestro interior un agradable calor que irá desapareciendo poco a poco conforme pase el tiempo, hasta que venga una nueva explosión a reavivarlo. Cada persona tiene que descubrir cuáles son sus detonadores para poder vivir, pues la combustión que se produce al encenderse uno de ellos es lo que nutre de energía el alma. En otras palabras, esta combustión es su alimento. Si uno no descubre a tiempo cuáles son sus propios detonadores, la caja de cerillos se humedece y ya nunca podremos encender un solo fósforo.
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Como agua para chocolate de Laura Esquivel
La mera verdad es que la verdad no existe, depende del punto de vista de cada quien.
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Como agua para chocolate de Laura Esquivel
Lo malo de llorar cuando uno pica la cebolla no es el simple hecho de llorar, sino que a veces uno empieza y ya no puede parar.
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Como agua para chocolate de Laura Esquivel
Tita literalmente estaba “como agua para chocolate”. Se sentía de lo más irritable. Hasta el canturreo tan querido de las palomas, que ya se habían reinstalado en el techo de la casa y que el día de su regreso le habían proporcionado tanto placer, en este momento la molestaba
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Íntimas suculencias: Tratrado filosófico de cocina de Laura Esquivel
Los primeros años de mi vida los pasé junto al fuego de la cocina de mi madre y de mi abuela, viendo cómo estas sabias mujeres, al entrar al recinto sagrado de la cocina, se convertían en sacerdotisas, en grandes alquimistas que jugaban con el agua, el aire, el fuego, la tierra, los cuatro elementos que conforman la razón de ser del universo.
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¿Cuál es el órgano que trasplantan a Cora?