El viaje inútil: Trans / escritura de Camila Sosa Villada
Como decía Borges, siempre exageramos las felicidades perdidas.
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El viaje inútil: Trans / escritura de Camila Sosa Villada
Como decía Borges, siempre exageramos las felicidades perdidas.
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Las malas de Camila Sosa Villada
Lo que la naturaleza no te da, el infierno te lo presta. Ahí en ese parque contiguo a la ciudad, el cuerpo de las travestis toma prestado del infierno la sustancia de su hechizo.
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Las malas de Camila Sosa Villada
Los diarios y la televisión decían que, con la nueva iluminación del Parque, se iban a acabar la delincuencia y la prostitución. A mi me pareció que nos veian como cucarachas: les bastó encender la luz para que todas salieramos corriendo.
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Las malas de Camila Sosa Villada
Un día me desmayé en la calle, no supe por qué. Desde la adolescencia tenía desvanecimientos ocasionales. Esta vez me desperté con el brazo aterido, confusa y dolorida. Me había caído sobre mierda de perro y nadie me había levantado; la gente esquivaba el cuerpo de la travesti sin atreverse a mirarla. |
Las malas de Camila Sosa Villada
Es posible que ahí se geste el llanto de las travestis: en el terror mutuo entre el padre y la travesti cachorra. La herida se abre al mundo y las travestis lloramos.
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Las malas de Camila Sosa Villada
A los cuatro, a los seis, a los diez años, yo lloraba de miedo. Había aprendido a llorar en silencio. En mi casa y con un padre como el mío, estaba prohibido llorar. Se podía guardar silencio, descargar la rabia mientras se hachaba leña, golpearse con otros niños del barrio, pegarle puñetazos a las paredes, pero nunca llorar. Y mucho peor, llorar de miedo. De manera que aprendí a llorar en silencio, en el baño, en mi cuarto, o camino al colegio.
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Las malas de Camila Sosa Villada
Y te tomé en mis brazos y te amamanté con ese río aceitoso que me brotaba del pecho, y el mar llegó hasta la ciudad y trajo consigo peces nunca vistos que cantaban para tu sueño canciones saladas como lágrimas, y la luna bajó muy cerca y yo agradecí al viento porque lo sentía en tu rostro, y agradecí a la arena porque era el patio de nuestra casa, y también estuvieron las reinas magas con sus regalos de morondanga, asustadas, con los dientes cantando de miedo en la boca. |
Las malas de Camila Sosa Villada
Las reinas magas habíamos llegado con todo lo que teníamos: oro, mirra e incienso, pero también palo santo para alejar los malos pensamientos, y marihuana para que los niños sean divertidos, y licores para que bajen los duendes, y estampitas de la Difunta Correa para que nunca falte la leche, y de San Cayetano para que nunca falte el trabajo, para que nunca se corte la vida que es bien vivida. |
Las malas de Camila Sosa Villada
Todo lo que me diera vida, cada deseo, cada amor, cada decisión tomada, él la amenazaría de muerte.
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¿Qué medida tomó el profesor Snape para proteger la Piedra Filosofal?