Poesía VI

El volumen VI de las obras completas publicadas por la editorial Escelicer, en 1969, recoge todos los versos escritos por Unamuno, un autor que nunca ha sido valorado por sus poemas y no me extraña demasiado. Son la mayor parte de sus versos de lectura tediosa, algunos llenos de recargadas rimas, de exaltación a la patria, de exaltación del paisaje y de una religiosidad empalagosa.
Son versos que contienen meditaciones contaminadas por la presunción y la prepotencia patriarcal. Hay sonetos convencionales, costumbristas y tradicionalistas, donde impera el romanticismo y las influencias Becquerianas. Hay romances, cancioneros y poemas narrativos extensos. La mayoría recogen sus obsesiones con la muerte, con el paso del tiempo, con el deseo de eternidad de sus obras, sus planteamientos existencialistas, sus conflictos entre la fe y la razón, cierta mordacidad y crítica social, mientras otros muestran tiernas escenas domésticas. Reflexiona repetidamente y contradictoriamente, mediante el uso de la paradoja, acerca del arte, la poesía, la escritura, la música, la verdad, la soledad o la libertad. Suele interpelarse así mismo y aunque rechaza las Vanguardias, como autor de la Generación del 98 en la que se le ha encasillado, en cierta manera se puede decir que algo experimenta, pues a menudo sus versos son meros divertimentos, juegos de palabras y rimas. Lo cierto es que sus poemas se me han antojado en su mayoría un puro alarde cargado de soberbia y machismo. En otros se muestra más humilde. Solo en algunos las reflexiones alcanzan una interesante profundidad, convirtiéndose en pequeñas joyas que quedan un tanto apagadas por el engaste.

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