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El punto de partida es el escándalo provocado por una mujer que abandona a su familia para marcharse con un francés al que acaba de conocer. Pero esto no es más que la excusa para contarnos otra historia, la de Mrs. C, una anciana que lleva toda su vida sufriendo remordimientos de conciencia por algo que le ocurrió muchos años atrás. Durante las poco más de 100 páginas en que se extiende el relato, Zweig consigue atraparnos en una emocionante y profundamente humana narración que va in crescendo. “24 horas...” nos habla de la prisión metafórica que supone vivir en una sociedad donde se debía cumplir con las rígidas normas y convenciones sociales, so pena de soportar cuchicheos desaprobatorios a las espaldas. La pasión, la espontaneidad, la libertad, la impulsividad, los instintos y placeres mundanos... eran ampliamente rechazados y juzgados. Las personas “de bien” no se comportaban así. A este respecto, me encanta este fragmento que aparece en las primeras páginas, pronunciado por el comprensivo narrador de la historia, y que creo que explica perfectamente la hipocresía de esa sociedad: “Aquella negación de la realidad evidente de que, en determinados momentos de su vida, una mujer puede verse arrastrada por fuerzas misteriosas más allá de su conocimiento y voluntad no encerraba otra cosa que el miedo a los propios instintos, a lo demoníaco de nuestra naturaleza; pero a algunas personas les gustaba creerse más fuertes, moralmente superiores y más puras”. Por cierto, creo que este magnífico relato hace un estupendo díptico con “El jugador” de Dostoievski. |
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