Carta de una desconocida

Ya no somos tan inocentes.

Acabo de terminar esta novela corta, y me asaltan un montón de sensaciones.

Por una parte, noto que, en estos tiempos actuales, se ha perdido la inocencia que destilan estas páginas. Hoy día, si cualquiera de nosotros recibiésemos una carta de similares características, no dudaríamos en llevarla inmediatamente a la comisaria más próxima para poner denuncia contra su autora, acusándola de loca, peligrosa, acosadora, etc, etc... y con orden de alejamiento incluida.
Eso es porque hemos perdido la inocencia de la época en la que esta novela fue escrita. En esta novela, por contra de lo que hoy nos podría parecer, se busca engrandecer el amor platónico, el amor sin reservas y a distancia. El amor en mayúsculas a ojos de Zweig.

Bien es cierto que la muchacha, al final, usa ese amor como chantaje emocional, obligando al susodicho a recordarla sí o sí. Y eso es manipulación. Y eso me chirría. Pero eso es porque los tiempos han cambiado muchísimo, y nosotros con ellos.

La novela se lee del tirón. Está llena de un amor que hoy día prácticamente no existe, pero que es completamente creíble en la época en la que fue escrita. Está llena de sensaciones, emociones e imágenes.
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