Lo malo de no ver por dónde vas es que es casi inevitable chocar con alguien. Y no siempre eliges con quién.
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Lo malo de no ver por dónde vas es que es casi inevitable chocar con alguien. Y no siempre eliges con quién.
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— Ay, que maja —le dije, considerándolo un cumplido. Me daba que su padre no estaba de acuerdo—. Pero lo de hoy ha sido del todo excepcional, te lo prometo. Yo no hago esas cosas. No sé por qué, aquello despertó la atención de Ben, que me miró risueño con sus ojos pardos caídos. —¿En serio? —repuso—. Pues es la segunda vez que te vemos tirarle la bebida por encima a alguien en este local. |
A veces pensaba que tal vez mis amigos creyeran que sufría una especie de atrofia personal. Como si aún me faltara por marcar alguna casilla para convertirme en adulta completa, igual que ellos con sus hipotecas, sus cuentas de ahorro y sus decisiones sensatas.
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Gregorio Samsa es un ...