La casa intacta

La historia está ambientada en 1944 en plena guerra mundial y en un lugar indeterminado de Europa del Este. El protagonista (y narrador) es un holandés que lucha con un grupo de partisanos. En la tropa hay checos, búlgaros, rumanos, un español… pero nadie a quien entienda. Tras una orden cualquiera de la que, por supuesto, no entiende nada tampoco, acaba en una casa que está prácticamente intacta, como si sus dueños acabaran de marcharse. Se baña, se alimenta, se quita el zarrapastroso uniforme, se viste con ropas del antiguo dueño… y cuando unos alemanes se presentan ante su puerta decide hacerse pasar por el hijo de los dueños, que no huyó junto a los demás lugareños ante la llegada de los partisanos por encontrarse enfermo. Y decide seguir la farsa cuando los alemanes se instalan en la casa, ¿pero cuánto tiempo podrá mantenerla? Porque las cosas siempre pueden complicarse… y lo hacen.

Novela corta sobre la deshumanización de la guerra, el sadismo que campa a sus anchas cuando desaparecen el orden y la civilización, el desprecio por la vida humana y la insensibilidad ante todo lo que no sea la satisfacción inmediata de los instintos más básicos. El protagonista ha pasado por campos de trabajo, de concentración, prisiones, ha huido una y otra vez… lleva cuatro años dando tumbos por Europa, pero la guerra siempre le alcanza, y ni una casa ni la aparente protección que parece ofrecerle van a apartarle de la terrorífica senda de locura, crueldad y muerte que impera en Europa.

El final es muy duro, desolador, todo narrado desde el punto de vista anestesiado y aséptico del protagonista. Muy realista, diría yo.
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