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Algo le sucedió a Renata en 1989 qué la hace volver a ese año una y otra vez. Vive el presente en tercera persona, como si alguien externo guiase su día a día, mientras ella se ha quedado paralizada en Otaberra. Poco más que esta premisa es la que nos hace entrar en la última novela de Elisa Victoria. Pese a haberla conocido desde sus dos primeras novelas Vozdevieja y El Evangelio, este ha supuesto mi estreno con su narrativa. “Hemos venido a este mundo a encontrarnos, a escondernos en esta habitación y experimentar esta simpleza.” Esta novela discurre en diferentes tiempos, pasado y presente e incluso en diferentes voces: Omnisciente, primera persona y hasta el teatro de marionetas en forma de calcetín. Todo parte del misterio de qué sucedió ese 1989 en Otaberra, pero evoluciona en una novela intimista sobre el ser, los actos que nunca sucedieron y los que querríamos que hubieran sucedido. Cómo se escribe la historia y como nos gustaría reescribirla con tan solo coger papel y lápiz. El ejercicio metaliterario que hace la escritora nos permite adentrarnos en la mente de la protagonista, su propio entorno y explorar la propia consciencia. Personalmente, ha supuesto una inclusión totalmente experimental a la autora, de la que he salido fascinado, intrigado y con millones de ganas de seguir l |
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