Como de costumbre, Jerry y Sally avanzaron en zigzag, bajaron abruptos senderos entre arbustos punzantes de arrayán y escalaron cuestas resbaladizas, pletóricos por el esfuerzo físico, en busca del lugar ideal, el lugar en el que habían estado la última vez. Como de costumbre, no lo encontraron y acabaron por extender la toalla en cualquier sitio, en una concavidad de arena limpia que se convirtió, de inmediato, en el sitio perfecto.
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