Mientras las letras se me escapan, ahora, por los márgenes de las páginas, y quiero asirlas y no puedo.
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Mientras las letras se me escapan, ahora, por los márgenes de las páginas, y quiero asirlas y no puedo.
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Mira el cielo: no hay nubes, ni una sola, nada lo cubre: se siente en un desierto: un lugar ideal para morir.
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Eso es todo lo que quedará. Una foto autografiada, una taza de café, un calzón, una cama desvencijada y, acaso, algún recuerdo inventado por la memoria de un viejo frágil o de una mujer moribunda. Poca cosa.
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Podríamos derrumbarnos así: un derrumbe clásico, rápido y efectivo: un auténtico disparo. Pero no. Nos despedazamos por etapas, lentamente, en aleteos moribundos, hasta convertirnos en las piezas sueltas de un juguete irreparable.
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Pero acá estoy, entre estas paredes arruinadas, deseando, con la misma fuerza, que vuelvas y que ya no vuelvas más.
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¿Con qué frase empieza esta novela?