No dejar que se apague el fuego

A pesar de que todo lo que he leído de ella son historias autoconclusas, tengo la sensación como lectora de que comprendes mejor todo el universo literario de la autora, leyendo "Ellas hablan" y "Pequeñas desgracias sin importancia" con anterioridad. Quizá, porque sus historias siempre parten o están muy influenciadas, aunque ficcionadas, de vivencias o conocimientos basados en sus orígenes familiares y personales en una comunidad religiosa menonita canadiense, marcada por la inflexibilidad y el fanatismo religioso.

En esta ocasión, conoceremos las relaciones intergeneracionales en la familia formada por una abuela, Elvira, su hija embarazada y su nieta Swiv, en un momento dado en el que ésta última ha sido expulsada de la escuela y debe permanecer en casa haciéndose cargo del cuidado de Elvira, una anciana que se enfrenta ya al último tramo de su vida. Pero el cuidado será mutuo y enriquecedor por la multitud de aprendizajes que Swiv recibirá en una etapa complicada para una niña.

Desde el punto de vista del maravilloso personaje de Elvira, trazado al detalle, nos encontraríamos ante una novela crepuscular en la que, ya en el ocaso de sus días y gracias a la superación de vivencias desgraciadas y trágicas, la anciana eligió el camino de la superación de todas las frustraciones para mantener ese fuego interior que nos permite seguir vivos a pesar de todo y disfrutar de las pequeñas cosas del día a día. A sus años, sin nada que perder y con la fuerza que eso otorga, se ha convertido en una mujer con gran sentido del humor, completamente desinhibida, espontánea y ajena a la opinión de los demás.

Por su parte, Swiv una niña inteligente, aguda e imaginativa, por sus circunstancias vitales y por la asunción de responsabilidades muy tempranas, se encuentra en el difícil paso de la niñez a una adolescencia marcada por sus referentes adultos. Su madre, una actriz en su última fase de embarazo, pasa por un momento de vulnerabilidad, quizá de sensación de fracaso, lo que la aboca a un carácter depresivo y cambiante.

Juntas, con un alto grado de complicidad y sororidad, aprenderán que todas tienen un papel relevante en la sostenibilidad de las demás y que, precisamente eso, les permite no renunciar a quienes son y continuar adelante. Juntas, se reafirman a sí mismas.

Me encantaron los personajes de Elvira y de Swiv, con las que Míriam Toews no renuncia a su especial mirada del mundo: la vida es una tragicomedia. El fuego interior siempre sigue vivo en sus personajes literarios. También en Toews, a pesar de sus vivencias.

Muy recomendable, aún sin haberte acercado previamente a la autora.

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