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Conocí a Amy Tan con "La hija del curandero" y me cautivó su forma de escribir. Soñé con leer este libro, su denominada "obra cumbre" y me siento maravillada de volver a encontrar esta prosa, la narración como quien te abre su mente y corazón a la vez...pero no es de mis lecturas favoritas. Me costó enganchar al principio por los saltos entre sucesos y generaciones. Están los tiempos de las madres, en el pasado; los de las hijas, en el presente; las madres en el presente y las hijas en el pasado. Aparentemente no hay conexión entre los relatos, pero luego te das cuentas que Tan ha entretejido con mucha maestría un tapiz intergeneracional y matriarcal, lleno de costumbres antiguas y modernas, con percepciones sobre las tradiciones respetadas y olvidadas en un entresijo de circunstancias tan comunes para unas, pero tan radicales para otras. Disfruté bastante con las historias de las tías en sus ciudades de origen. A su manera, probaron experiencias que configuran a la mujer china y la mujer migrante. Y aunque no me gustó tanto el tinte de las historias del presente de las hijas, claramente te dan atisbos de lo que significa el "desarraigo", no sentirse "completa" y vivir entre dos culturas. También plantea otros aspectos de la maternidad, y ha sido muy interesante tener el alivio de leer sobre niñas chinas que no sufrieron algún tipo de violencia, ni siquiera cultural, aunque intuyo que tiene que ver con los tiempos y su clase social. Creo que podría quererlo más con el tiempo, tomándome más pausas para conectar cada historia y lo que hay detrás de ella. Amy Tan escribe desde la experiencia de las mujeres detrás de ella, y es increíble ver lo fuerte que suenan sus voces a través de su pluma. |
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