La felicidad es que tú me ames a mí.
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La felicidad es que tú me ames a mí.
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Esto no tiene nada que ver con el sexo ni con una necesidad apremiante, sino con la cercanía y la sensación de encajar el uno con el otro. De estar conectados. Sonrío al ver cómo se acurruca en mi pecho. Me quiere. Por primera vez en mi vida, me siento como en casa. |
Me invade la tristeza. Pase lo que pase entre Claire y yo, sé que nunca seré su prioridad. Todos me precederán siempre. Y no debería molestarme, pero no puedo evitarlo. Durante toda mi vida me han preparado para desempeñar un oficio que no muchos son capaces de llevar a cabo. Adquiero empresas y las destruyo, me quedo con algo que no me pertenece. No soporto que eso la incluya a ella también. Siempre será la mujer de Wade Anderson. Me he encariñado demasiado con ella. Desde que volvimos de París, solo he pensado en ella. La he seguido, la he llamado, he reservado habitaciones de hotel, he suplicado para verla a la hora del almuerzo, y he ido a su casa y aguantado las impertinencias de sus hijos. Y, por primera vez desde que salgo con alguien, he hecho todo lo que ha estado en mi mano para intentar hacerla feliz. Pero lo echa de menos a él. Me siento estúpido, y lo peor de todo es que, por primera vez, estoy dolido. No me gusta esta sensación. |
—Porque nunca he necesitado complacer a una mujer tanto como anhelo complacerte a ti. Concédeme ese deseo.
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Él también se está resistiendo. Sabe que no estamos hechos el uno para el otro, pero la atracción física es demasiado fuerte. Solo será una vez más. No va a pasar nada por hacerlo tan solo una vez más…, ¿verdad? Al fin y al cabo, el daño ya está hecho. |
Es un Miles, heredero del imperio mediático más exitoso del sector de los medios de comunicación y de una de las familias más acaudaladas del planeta. Y hasta hace solo una semana, lo odiaba a muerte. Puede que todavía lo odie un poco. Pero hay algo en él que me hace tener sed de más. |
El hombre maravilloso que conocí en Francia no es el mismo que vive en Nueva York. No se parecen en nada. Al hombre de Francia lo adoro, pero al otro lo desprecio.
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Gregorio Samsa es un ...