Se daba perfecta cuenta de que su reiterada alusión al reglamento de la casa tenía algo de ridículo. Y no le interesaba en absoluto saber por dónde había entrado la paloma. Sobre la paloma no quería discutir más detalles, éste horrible problema le concernía a él solo. Únicamente quería desahogarse a propósito de las miradas impertinentes de Madame Rocard, nada más, y esto ya lo había hecho con las primeras frases. Ahora la indignación había remitido. Ahora ya no sabía qué decir.
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