Tienes que mirar

Imagina que estás embarazada y un día cualquiera, en una revisión rutinaria, al hacerte la ecografía te dicen que el hijo que estás esperando tiene una enfermedad congénita y que no va a sobrevivir. No importa lo que hagas, no importa a quién o a qué le reces, no importa nada. La naturaleza es implacable y la suerte de tu bebé está echada. Da igual si al lanzar la moneda sale cara o cruz, a Caronte eso no le importa demasiado.
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Imagina que es tu mujer la que está encinta y a quien le dan esa terrible noticia. Cuál sería tu reacción, cómo la ayudarías a buscar algún resquicio de esperanza, haciendo que sienta
ese apoyo tan necesario en uno de esos hitos cruciales en la vida de una familia, como es la llegada de un nuevo miembro.
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Imagina que es mamá quien, al llegar a casa, deshecha en lágrimas, te dice que nunca podrás jugar con ese hermanito al que llevas meses dibujando en tu mente, que no vivirá “ni siquiera un poquito”, pero le das a mamá tu amuleto para que todo vaya bien.
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Y ahora imagina que todo eso te ocurre en la sanidad de la fría Rusia, llena de tabús, donde el poder de la mujer sobre su propio cuerpo y su capacidad de decisión es el que es, y la falta de sensibilidad y empatía por parte de la sociedad y los profesionales brilla por su ausencia.
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Pues todo ese peregrinaje real de Anna Starobinets, es lo que vas a encontrar en este libro. Una novela en la que cada página te pone los pelos de punta, por su dureza y su humanidad. Una caída libre hacia el vacío insondable de la esperanza de una madre, en un intento desesperado por salvar a su hijo, aprender a vivir con lo inevitable y aceptar la realidad. Un testimonio estremecedor y muy necesario que desató una tormenta en Rusia con su publicación.
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Pero me voy a dejar de zarandajas y te voy a ser muy claro. Este libro es la ostia.