Tienes que mirar

Un testimonio valiente, veraz, sencillamente directo, terriblemente perpetuo.
Cuando pones todo tu empeño en crear una nueva vida y un aplastante diagnóstico te indica que esa espera no ocurrirá como tenías planeado, la realidad te da un golpe de efecto para mostrarte que acabas de entrar en el duro y estrecho camino del infierno.
Te niegas a creerlo porque sabes que hay algún error, no puede ser verdad, no puede pasarte a ti.
Es ahí cuando compruebas en tu propia piel que tu negativa es devuelta con el desprecio más deshumanizante de quienes te informan.
Te enfrentas con toda la burocracia y procedimientos sinsentido que no hacen sino aplastar tu ilusión, tu esperanza. Buscas otra respuesta, otro diagnóstico . Las formas cambian, pero el resultado te sigue ahogando.
Comienzas a sentir ese dolor que te oprime, te asfixia, te bloquea y te inunda de inseguridad y de miedo.
Y cuando crees que todo ha acabado es cuando percibes que ese dolor que creías fugaz, se ha adherido a ti para recordarte que no se irá nunca, se acomodará y vivirá contigo siempre, como un huésped, un parásito que se alimenta de tu paz para que no olvides nunca lo que pasó.
Y sólo cuando descubres que su recuerdo te acompañará siempre, que ese dolor no se irá, aceptas que has aprendido a vivir con tu pérdida y ya no lo niegas, te atreves a mirar, sin esconder lo que sientes.
"Míralo, no finjas que no ha pasado nada, no finjas que no hay nada ni nadie de quien hablar, y mira el problema, si no lo admites, las cosas irán aún peor"

"Tienes que mirar" de la autora rusa Anna Starobinets 🇷🇺
☆ Páginas: 184
☆Editorial: @editorial_impedimenta
☆ Muchísimas gracias por el ejemplar: @laspalabraslibreria

☆Reseña:
Esta es la "historia de terror" de Anna Starobinets, la reconocida y aclamada escritora rusa que ha revolucionado la literatura con su pluma. Desarrolló libros íconos en el género tales como "Una edad difícil" (el cual alterna entre lo repulsivo y lo cotidiano), una escritura a la altura del mismísimo Stephen King, con el cuál ha sido comparada constantemente ya que son colegas en el género.
"Tienes que mirar" está alejado de la ficción terrorífica y todo lo que ha escrito, es un testimonio de la pérdida y el dolor que sufrió la autora cuando se enteró de la malformación de su bebé. El paso a paso de como tuvo que enfrentarse a la decisión de finalizar el embarazo por el fatal diagnóstico «displasia renal multiquística» que imposibilita la vida del feto.
Negación, ira, negociación, depresión y aceptación, el proceso de la tragedia con sus dolorosas etapas está impresa en cada página, el antes y el después, en el que se hace presente la necesidad de ayuda psicológica.
Si bien tengo una postura definida en otra dirección respecto al tema, intenté dejarla de lado para poder empatizar y comprender la posición de esta madre por elección que perdió la posibilidad de tener a su pequeño, verlo crecer y darle todo su amor.
Fue sumamente enriquecedor meterme en sus zapatos por unos días, he aprendido sobre las instituciones médicas en Rusia, las costumbres y prejuicios latentes de sus habitantes.
Como en el viaje de Ulises, esta será toda una odisea en busca de un lugar donde no culparan a la madre por una interrupción que, aunque autorizada por prescripción médica, es condenada al punto de incrementar el sufrimiento de la mujer, simplificada en la siguiente cita:
"Si ha ido al hospital a matar a un niño nonato, su obligación es sufrir. Tanto física como moralmente."
Aunque es un relato biográfico posee descripciones y matices propias del terror que la autora ha utilizado en su escritura literaria.
Un libro duro y necesario, la voz de mujeres que han debido recurrir al aborto terapéutico.

"Ahora simplemente estoy mirando la pantalla y casi me quedo dormida, casi olvido por qué estoy aquí. Y luego, de repente, en un instante, lo recuerdo. Porque en medio de la modorra, en medio de los sombreros de plumas en la pantalla, a través de la anestesia, a través de mi vientre entumecido, de pronto siento que algo dentro de mí se desgarra y deja de vivir. En mi interior está la muerte. Está caliente, resbaladiza, roja, se mueve rítmicamente dentro de mí, como en un baile, quiere romperme y salir."

En 2012, Anna Starobinets descubrió, en una visita rutinaria al médico, que el hijo que esperaba tenía un defecto congénito incompatible con la vida. Lo que comienza siendo la crónica de un embarazo malogrado, acaba convirtiéndose en una verdadera historia de terror. Starobinets narra con extrema dureza y desgarradora humanidad el peregrinaje por las instituciones sanitarias de su país, su posterior viaje a Alemania y el duelo por el hijo perdido. Tienes que mirar desencadenó una tormenta en Rusia cuando se publicó, ya que se atrevía a abordar el tabú del poder que tienen las mujeres sobre su propio cuerpo. Una historia de dolor y de resistencia tan audaz como clarificadora, tan intensa como real, sobre un trauma silenciado.

No sé ni qué decir, simplemente me ha dejado sin palabras. Creo que es el libro más humano e inhumano que he leído jamás. Un libro que duele, que te hace sangrar de dolor, pero escrito con una prosa y una maestría apabullante.

Una obra de no ficción basada en la propia experiencia de la autora con la pérdida de un hijo y lo horroroso de una situación así y de un sistema al que no le importa lo más mínimo. Un libro crudo y, en su intención al escribirlo, esperanzador, por querer ayudar a cambiar un sistema que huele a podrido y ancestral.

Muy duro en su contenido, pero de rápida lectura y que no vas a poder dejar de leer. Un libro que habla de cómo los miedos, con todas sus garras y sus uñas bien afiladas, son capaces de apartarte del mundo, de la vida, sin que tú mismo puedas evitarlo.

¡SIMPLEMENTE, BRUTAL!

*MI VALORACIÓN: 10/10

Es más doloroso perder a un hijo o sentir que la sociedad te señala con el dedo por ser una asesina? ¿En serio, en pleno siglo XXI, hay países que siguen siendo tan retrógrados? No puedo ponerme en la piel de las madres y padres que sufren la pérdida de un hijo, no soy madre y el sentimiento de apego a un niño propio no me lo puedo inventar, pero soy humana, y sigo sin comprender cómo hay países que toleran e incluso fomentan la violencia contra mujeres (si, en este caso siempre mujeres) que no han decidido tener un niño enfermo, no han elegido que el bebé que buscan, el que tanto desean, nazca muerto.

En lugar de recibir apoyo para superar un trauma tan terrible como es un aborto, reciben odio y discriminación, haciendo a la madre culpable de "asesinar" a su hijo, de aceptar abortar y matar voluntariamente a su hijo. En fin, agradezco vivir en un país donde esta situación no existe (si me equivoco en esto, por favor, hacérmelo saber), pese a que aún teniendo que ser casi millonario para permitirte pagar un psicólogo, tenemos la opción de elegir (tal vez haya que esperar un año a que te den cita por supuesto, porque la salud mental sigue sin ser importante, ¿verdad?...).

Tienes que mirar alberga, ante todo, una historia cruda e impactante. Una historia real escrita por su sufridora que te encoge el corazón. Anna Starobinets se desahoga en el papel para contar la pesadilla que vivió tras tomar la decisión de abortar.

Es un libro corto, pero engloba mucho a lo largo de sus páginas. La escritora manifiesta el trato injusto y degradante de las instituciones sanitarias en su país, el estigma con el que tiene que vivir como mujer por tomar esa dura decisión (a pesar del pronóstico desfavorable ante el que estaba) e, igualmente, refleja todo ese proceso de aceptación y duelo. Está claro que el aborto sigue siendo un tema tabú en muchos países y las mujeres se ven sometidas a una serie de prejuicios y rechazo por parte de la sociedad, a diferencia de los hombres o maridos que son exonerados de cualquier tipo de responsabilidad paternofilial en estos casos.

Me ha resultado muy interesante y doloroso al mismo tiempo, ya que logras ponerte en la situación de esta persona. Sin duda alguna, Anna Starobinets muestra mucha valentía y fuerza después de verse tan desolada y sin respaldo alguno (exceptuando su marido). Pero, al fin y al cabo, ella tenía que mirar, y miró. Y a pesar de las secuelas, lo superó.

Lectura 100% recomendable.

Una historia que te deja sin aliento, te estremece y te duele. Cuánta humanidad en sus páginas, un ir y venir entre el miedo y el amor de una mujer embarazada de un niño con pocas probabilidades de vivir, cuánta inhumanidad también, el lado más frío y cruel del ser humano encarnado en las instituciones médicas y en todas las ideas que rodean la maternidad y el aborto. Un libro biográfico en el que Anna Starobinets relata su peregrinaje desde que recibe la noticia sobre el estado de salud de su hijo hasta el desquicio provocado por el luto, su paso por varias clínicas y consultas médicas en Rusia, como si se tratara de una película de terror, hasta su viaje a un hospital de Berlín en el que encontrará un trato más humano pero al mismo tiempo será el lugar en el que vivirá la parte más difícil de esa experiencia. Es un libro duro, insisto, doloroso, pero también de mucha belleza y resistencia, un libro de denuncia y que para la autora, más que servir de desahogo, como lo explica en las primeras páginas, busca ser un testimonio que ayude a otras mujeres en la misma situación o en otras similares, que pueda servir de consuelo. No es un libro sobre el luto, no es un libro sobre la muerte aunque hable mucho de ella, es un libro sobre la vida y sobre cómo reconciliarnos con esta después del dolor y el horror. Un libro cargado de amor que apuñala.

No se como empezar esta reseña, quizás con la primera frase de la sinopsis se diga todo:

En 2012, la escritora Anna Starobinets descubrió en una visita rutinaria al médico que el hijo que esperaba tenía un defecto congénito incompatible con la vida.

Una historia real que la autora cuenta en primera persona, desgarradora, descarnada que te deja un poso de amargura en el corazón. Una historia que te encoje un poco el alma.

No es solo la historia de una familia devastada por el dolor del momento, Anna va mucho más allá, nos narra como es el sistema sanitario ruso, la crudeza del sistema, la cultura de la practicidad. Lo narra de una manera que puedes sentir el tono de voz con el que le dicen las cosas, sentir el frio de la camilla, el mareo tratando de asimilarlo. La violencia obstétrica está a la orden del día, pero no es solo eso, es la deshumanización del todo, el no ponerse en el lugar de la persona que está sentada en la camilla. ¡Qué duro! Desgraciadamente, aunque aquí pasa menos, pasa también. ¿Es que acaso la gente olvidamos que quien está frente a nosotros podría ser nuestra hermana, madre, amiga…?

En fin, que no quiero dar una charla de moralina ni de civismo pero este libro me ha tocado muy dentro, escuchar eso que la gente dice con toda la buena intención cuando aun lloras tu pérdida : “no te preocupes seguro que dentro de un año estarás por aquí de nuevo” me ha hecho sentir el estremecimiento de la autora, su temblor, su miedo…

Obviamente no lo puedo recomendar a todo el mundo pero es un libro que necesitaba ser escrito y que espero que haya sido sanador para ella.

Negar la muerte es negar parte de la realidad. A menudo encontramos mensajes positivos y lemas de superación en los que se busca ocultar el duelo, fingir que la vida continúa como siempre y que es nuestra percepción lo que ha de cambiar, pero es imposible superar un trauma así. La mejor forma de enfrentarnos al duelo es ponerle palabras, no engañarnos a nosotros mismos, clamar (de ser preciso) lo que sentimos. Y esto es que lo que hace la autora.

Anna Starobinets se abre en canal para nosotros, con cada palabra nos guía por un proceso infernal y doloroso en el que dejó de estar esperando a su segundo hijo a pasar días visitando clínica tras clínica por si su embarazo tenía salvación, por si su bebé pudiera vivir. Un relato demoledor, cargado de franqueza, con una narración cronológica que nos hace empatizar con la escritora y acompañarla en el proceso que, lamentablemente, en ocasiones tuvo que vivir sola.

La desesperanza, el miedo, la incredulidad, el dolor, la culpa o la aceptación van haciendo su aparición, a veces en orden, otras en una montaña rusa de emociones de la que cuesta salir indemne. Starobinets no solo nos habla directamente de su proceso de duelo, de todo lo que pasó por su cabeza desde aquella ecografía rutinaria que la cambió para siempre, sino que también incluye cómo afectó a su vida familiar (especialmente a su hija pequeña) y no duda en describir el trato que recibió en las clínicas rusas. Las escenas ambientadas en estas últimas son de una especial dureza, puesto que están caracterizadas por una despersonalización de madre y bebé y plagadas de machismo. Es muy duro leer cómo el trato de los profesionales médicos empeoró una situación que ya de por sí era horrible. Es sobrecogedor ver cómo su solución fue seguir buscando ayuda en foros de internet o buscadores y los resultados que fue encontrando no hicieron más que empeorarlo. Sin duda, me parece muy necesaria esta denuncia que incluye en el relato, porque formó parte de su duelo pero también añadió más cargas y sufrimiento de los ya presentes. El abuso médico no es normal, no debe aceptarse y denunciarlo públicamente es un acto valiente que puede ayudar a las que vendrán después.

Un libro duro, que no te deja indiferente, sobre un tema del que poco se ha hablado pero que debería dejar de ser tabú: la pérdida de un hijo y la interrupción involuntaria del embarazo. Todo relatado con una bella prosa, que te sumerge en lo narrado haciéndote sentir junto a la autora, sentir tanto que cuesta no llorar, no dejar de leer para procesar lo que acaba de pasar.

🌷

He escrito y borrado este post más veces de las que me gustaría. Lo he intentado varias veces pero no podía soportar los recuerdos que venían como dardos a mi encuentro, el frío que me atravesaba en forma de estremecimiento. Lo he intentado varias veces pero me sentía incapaz de plasmar todo lo que he sentido. Me sentía incapaz de dar nombre a cada lágrima que he derramado, a cada escalofrío que he sentido, a cada punzada que mi cuerpo ha experimentado. Me sentía incapaz de dar nombre a todo el dolor que he sentido, que Anna me ha transmitido. Nunca he leído un libro tan sumamente duro, tan tremendamente doloroso. Nunca lo he hecho pero lo más duro no ha sido leerlo. Lo más duro ha sido saber que expone algo que ocurre de verdad, que no solo le ocurrió a Anna, que a diario le ocurre a más mujeres. Lo más duro ha sido pensar que esa incompetencia, mala praxis e inhumanidad no solo ocurre en Rusia también ocurre en otros países, también ocurre más cerca de lo que me podría imaginar. Lo más duro ha sido que no es ficción sino un testimonio real, el testimonio de una mujer, el testimonio que no solamente da voz a su caso, también refleja el de muchas mujeres más, mujeres que no lo pueden contar.

Lo he intentado varias veces pero me ha sido imposible plasmar la frustración, rabia, impotencia y dolor que tengo en mi interior. Todos esos sentimientos me invaden desde que leí el primer párrafo de 'Tienes que mirar'. Todos esos sentimientos me invaden y no se van ni con el paso de las horas, ni con el paso de los días. Todos esos sentimientos perdurarán porque este libro es imposible de olvidar. 


Cuando he llegado al punto final me sentía totalmente exhausta. He cerrado el libro, lo he abrazado, he leído el título de nuevo y al hacerlo le he encontrado otro sentido. Un mensaje encriptado que solo he comprendido al llegar al final. 'Tienes que mirar'. Tienes que mirar al frente, luchar, gritar. No puedes permitirte mirar hacía otro lado porque es una realidad que está pasando, que cualquier día te puede tocar vivir a ti, a una compañera o a una vecina. Tienes que mirar de frente y decir basta. Tienes que mirar de frente y luchar para que no vuelva a pasar.

Existen libros que te encogen el corazón, que te lo atrapan en un puño y aprietan fuerte. Esto es precisamente lo que sentí con «Tienes que mirar»: un relato crudo, sobrecogedor, indignante y real.


En esta novela corta la autora, una afamada escritora de terror y ciencia ficción rusa, nos cuenta el calvario que sufrió para poder abortar en estado avanzado debido a razones médicas. Algunos de los planteamientos que ofrece son complejos y tienen que ver con la salud mental y la carga psicológica que arrastran este tipo de abortos, pero otros son tan sencillos que es condenadamente cruel que existan situaciones así (¿tratar a las mujeres embarazadas como seres humanos en vez de como monos de feria? nada, una locura). 


Y sí, hablo de violencia obstétrica, hablo de la deshumanización de las embarazadas, hablo de misoginia, hablo de insensibilidad y de una falta de empatía terrible, hablo de la tragedia que es la pérdida. Hay fragmentos que te ponen los pelos de punta y es que, por mucho que la novela transcurra en su mayoría en Rusia y esta sea una clara denuncia a cómo se tratan allí estas situaciones, cuenta también su paso por una clínica alemana que, a pesar de tener una mayor conciencia con la salud mental, sigue dejando ese regustillo de que algo no está del todo bien. Que sigue faltando empatía hacia los casos individuales de cada mujer que ha tenido que pasar por el tremendo trago de tener que abortar un niño deseado porque iba a nacer muerto. Que es todo protocolo, burocracia.


Con esto último podría meterme mucho más a fondo pero tampoco quiero destripar demasiado este libro. Solo mencionar que me pareció una PRECIOSIDAD la relación con su marido y el apoyo férreo que este le brindó en un país en el que se apartan a los hombres de este tipo de asuntos para que "no se asusten”. Asqueroso. 


Todo esto se refuerza con una pluma directa y cruda que muchas veces se dirige directamente al lector, forjando una conexión instantánea. Conmigo, al menos, lo consiguió. Porque además, tras todo este traumático proceso que siguió, el mensaje de la novela sigue siendo que siempre hay que seguir hacia delante con la ayuda de los tuyos. Que la salud mental importa y que nunca estaremos solxs.


Qué más me queda por decir que animaros a que lo leáis. Me parece indispensable disponer de este tipo de testimonios que nos abran la mente a otras realidades y pongan sobre la mesa cuestiones que NECESITAMOS plantearnos