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Este es un libro completamente distinto a otros del autor: Soy un gato nos mostraba su Japón más auténtico en forma de caricatura, mientras que Botchan era la divertida historia de un joven ingenuo pero algo maleducado. Aquí Sōseki usaba su humor para entretenernos y mostrarnos su país de una forma cercana. Además de ese humor, también daba buen uso de las descripciones, como buen escritor japonés que se precie, llenas de belleza. No obstante, en Kokoro, nos abre su corazón de una manera sorprendente. Después de haber leído otros libros suyos, no deja de llamar la atención lo tierna y triste que es esta novela. Para ser del mismo autor es increíble que haya podido escribir de manera tan magistral ambos registros. Desde luego no podemos quejarnos del final que el autor escogió: de hecho, él mismo nos lo advierte varias veces durante las primeras páginas. Y es que Sensei no deja nunca de ocultarnos secretos, pero, ¿llegaremos a saberlos todos? Esta pregunta invita al lector a seguir su historia, a la par que sigue la del verdadero protagonista, el joven universitario. Una historia diferente, un libro que se hace corto. |
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