Resulta paradójico que si este mismo libro hablara de la reproducción de las tortugas (y tortugos) en tiempos de desgana o, de cualquier otro tema, candente o no, me hubiera resultado francamente insoportable. Su estructura narrativa es una ensalada monumental con ingredientes dispares, a saber: Novela histórica. Crónica. Ensayo. Teatro. Tragedia de manual. A priori la mezcla no pinta nada bien, y el resultado, para paladares exquisitos es el que es. Tampoco ayuda, y a esto no le encuentro disculpa alguna, la obsesión del manchego por dar nombre y apellidos repetidamente a todo personaje, gato, piedra, flor o humano, que anduviera por Castilla en el XIV de los siglos después del nazareno. La rotura del ritmo es inevitable. Y sin embargo el experimento del autor es, sin duda, su gran virtud. (Hoy tengo el espíritu contradictorio de oferta, ¡oiga!) En cualquier caso, a mí me gustan estas "guarrindongadas" (léase bocadillo de chorizo, patatas fritas y Foie gras) siempre que la base sea el pan. Mi pan es la historia, y al final del camino lo que más cuenta es que Emilio Pacheco me ha hecho feliz. Mucho don Emilio, con la misma honestidad se lo digo y agradezco. Aunque volveré a las técnicas narrativas (en adelante, casi siempre, para bien) vamos ahora con el meollo del asunto. Pedro el cruel. Peter I de Castilla último de los Borgoña heredó el trono del XI de los Alfonsos y, también, unos hermanastros que eran canela fina. De entre ellos un tal Enrique, que si digo que fue el segundo igual os suena a chino, se convertirá tiempo después en el origen de una dinastía de usurpadores profesionales. Los Trastámara. Pacheco se apoya en Nuño de Montiel y sus crónicas (sin ser este el narrador) para armar una novela histórica ciertamente apasionante (pese a sus cosas) La exhaustiva documentación (a veces excesiva) y su rara mezcla de técnicas narrativas (pero que funcionan) se ponen al servicio de una época convulsa y apasionante a la par. Pedro el cruel, realmente lo fue, pero con motivos. Heredero legítimo, casó con Blanca de Borbón a la que ignoró de principio a fin por su amor hacia Maria de Padilla. Los Guzmanes (sus bastardos hermanos) ya tenían causa para asaltar la corona, y así comienza un viaje de traiciones, excomuniones, intrigas y sangre, mucha, a raudales, generalmente del pueblo, que en estas riñas siempre van en vanguardia. La novela te mantiene en vilo pese a su difícil equilibrio cobrando fuerza y dramatismo en sus diálogos teatralizados que son, una mezcla de Shakespeare y Camilo José Cela. La lírica del uno y las palabras grosas del otro. El de Montiel (que le hace un homenaje muy digno a su tierra) está inmenso en este recurso, tanto que sin dudar iría de cabeza a un teatro a ver una obra firmada por el. Es un gran dramaturgo, y lo digo con pleno convencimiento. En definitiva, un texto que arranca con un autor algo agarrotado pero que se va soltando hasta dejarnos toda su esencia y que pese a sus partes menos virtuosas he disfrutado muchísimo. Agradezco a Babelio y a la editorial (por cierto, magistral edición) el envío de este ejemplar por su programa "masa crítica" + Leer más |