Navegantes del tiempo

Era una señal más de que se trataba de una persona bien educada, pese a su incontrolable verborrea

Que suceda aquí como en el caso del poeta, que piensa invariablemente que está escribiendo sobre el cielo pero en realidad sólo está contando una historia sobre sí mismo

La primera reacción de quién viene del mar es una sensación de extrañeza al tener tierra firme bajo los pies. Dura sólo un instante y al momento se ve sustituida por otra, que parece que no acabará nunca: la sed. En un instante escapa de los pulmones toda la sal que uno ha ido absorviendo del aire en el mar abierto; se cristaliza en la lengua, envolviéndola como un ardiente guante de hierro. Sólo una cosa puede apagar ese fuego: el vino.