El precepto roto

“El precepto roto” se escribió en la era Meiji. Tōson Shimazaki en esta novela nos mostrará lo que fue aquella época en un país que miraba hacia Occidente mientras despreciaba a sus propios ciudadanos, los llamados burakumin o etas, parias del Japón. Eran vistos como “impuros”, generalmente, por el tipo de ocupación que tenían sus miembros: cortadores de bambú, empleados en funerarias, curtidores…

Nuestro autor aprovecha esta novela para denunciar lo que fue esa discriminación y para ello no dejará estamento de prestigio sin tocar, desde políticos amorales, funcionarios corruptos, envidia, vanidad. En esa sociedad clasista el protagonista de la novela, Ushimatsu Segawa, es un joven maestro de escuela con una lucha interior por gritar al mundo su verdadera identidad o cumplir la promesa que le ata a su padre cuando este le dijo: “No se lo digas a nadie”.

Narrado con un tremendo realismo, los diálogos se perciben fuertes y veraces moviendo unos personajes envueltos en sus luces y sus sombras.

Ushimatsu comprende los prejuicios. Como parte de los burakumin sabe que se le considera un paria incluso según los estándares japoneses modernos. A pesar de que el grupo lo mantiene oculto, Ushimatsu siente la necesidad de revelar esta información, maldiciéndose si lo hace. Ahí está la lucha. Es un juicio injusto y si las personas que lo rodean supieran la verdad, sería un paria ... pero la verdad no cambia quién es. Si lo supieran, entenderían cuán equivocados son sus prejuicios. ¿Pero debería ser él quien sacrificara todo por esto?

Los descendientes de la clase japonesa considerada intocable, los burakumin, carecían de cualquier tipo de posición social y no se les concedían ni siquiera los derechos básicos en Japón antes de la Restauración Meiji. Debido a sus ocupaciones, se les consideraba una parte impura de la sociedad. El libro en sí no aprueba este punto de vista y el lenguaje simpatiza con los burakumin. Es una voz valiente que habla en contra de esta injusticia, incluso en el Japón moderno. Nos recuerda que el prejuicio prospera en el silencio y hablar sobre estas cosas es la única forma de abrir el diálogo y cambiar las nociones preconcebidas. Las palabras del autor son un esfuerzo digno, entretenido y bien construido por denunciar la situación.

Ushimatsu es honesto con el lector y le revela su verdadera naturaleza. Tal vez sea tan sincero por el consejo de su padre de mantener oculta esta parte de sí mismo. Se siente atrapado entre la necesidad de presentarse como es y de presentarse como cree que el mundo quiere que sea, y específicamente el Japón moderno.

Como parte del Japón moderno, el protagonista debe equilibrar la autenticidad de una sociedad que lo exige, pero lo más probable es que lo rechace por eso. Como burakumin, se le considera intocable. Para respetar los deseos de su padre y mantener el secreto, cierra la puerta a los valores tradicionales con los que fue criado. Para revelar la verdad, lo arriesga todo. Guardar el secreto también es un riesgo.

Novela maravillosa de la literatura japonesa que trajo la editorial Satori. Una historia donde la temática que toca es lo de menos, lo importante es hacernos saber que el conflicto interior que vive nuestro protagonista es un verdadero dilema. Revelar la verdad significa que Ushimatsu ya no podrá vivir y trabajar como lo ha hecho. Ocultar la verdad lleva a otro dilema: ¿vale la pena vivir una vida que no es auténtica? Cualquiera de las opciones que haga implica sacrificio y arrepentimiento, pero al no tomar una decisión, corre el riesgo de que le quiten la capacidad de elegir. Oculta quién es en contra de su propio juicio moral, pero al final no hay una buena solución, de cualquier manera, perderá algo.

Joya que no debéis dejar pasar y sin ninguna duda engrandece vuestra biblioteca.

Ushimatsu Segawa es un joven profesor que guarda un terrible secreto que ha jurado no desvelar nunca: es un eta, o lo que es lo mismo un burakumin, literalmente "gente de la aldea", la clase social más baja, descendientes de los parias del período feudal de Japón. le ha prometido a su padre que jamás revelará ese secreto, pero la vida le pondrá a prueba en numerosas ocasiones, en las que el autor demostrará, de manera magnífica, su angustia e impotencia por conseguir ser una persona libre de vivir como quiera, donde quiera y trabajar en lo que ama, al tiempo que describe una sociedad enferma de odio, inhumana, en la que ningún estamento está libre de culpa: funcionarios, políticos, monjes, nadie se salva, y en una sociedad altamente corrompida, un personaje como Segawa no tiene cabida.
El joven duda, siempre, de manera angustiosa, entre romper la promesa hecha a su padre o ser coherente consigo mismo, mientras se ve cercado por las habladurías, los comentarios, los chismorreos, ¿Quién será el paria? ¿Vive tan cerca de nosotros? Terrible angustia para una persona escuchar comentarios de este tipo no poder gritar a pleno pulmón: ¡Soy yo!
Natsume Soseki considera esta novela la primera digna de ser reconocida como tal en la era Meiji.