El gato de Balzac

Un hombre y un gato

Lázaro Maulet, intelectual venido a menos, malvive en Barcelona con una pensión de miseria y gracias a la caridad de sus conocidos. Entre ellos, pasa sus horas, a veces, con el señor Curiós, un vendedor de antigüedades que le vende libros baratos para que el universitario pueda saciar su ansia de conocimiento, su curiosidad. Entre estos libros, dos, un libro sobre seres que vuelven a la vida, o mejor, que jamás murieron, reencarnados o redivivos; y otro libro, por el cual hasta cierto punto se obsesiona, que relata la historia de un hombre que se reencarna en gato u hombre sucesivamente: El gato de Balzac.

Lo que más me llamó la atención de la novela fue el punto de partida. El señor Maulet es un hombre que debido a su homosexualidad es rechazado por su familia. Esto lo lleva a irse de Francia donde trabaja en la universidad, y no voy a ahondar en qué ha sucedido, pero si leéis la sinopsis de la web no es exactamente culpa de Maulet su situación. A causa de esta realidad, gran parte del tiempo lo pasa reflexionando y acuciado por la culpa, una culpa que reside en el no sincerarse consigo mismo, en no leer lo que estaba sucediendo. En ello conoce a Curiós.

El personaje de Curiós, como su propio nombre indica, la curiosidad, la malsana curiosidad. Es un personaje que nos deja descolocados desde un primer momento. Es un hombre que no deja de hablar y cada frase que emite es una reflexión sobre la vida, pero no en un sentido positivo, sino en un aspecto más bien metafísico. El bien, el mal, el alma y la muerte son sus temas favoritos, incitando a Maulet, en cierta medida a involucrarse en dichos temas. Y en ellos, desde luego encontramos el tema del demonio. Aquel ser que Curiós intenta despojar de moralinas éticas, pero que en la práctica en el libro desencadena los que reconocemos como pecados, como por ejemplo, la gula, y desastres como la muerte.

Este conflicto entre ambos personajes me ha parecido interesantísimo, ya que entronca con la evolución que sufre el propio Maulet al leer el libro El gato de Balzac. de manera previa, como hemos dicho, el anciano había encontrado un libro que hablaba de seres que no morían, que quedaban latentes o que se traspasaban a otros cuerpos. Curiosamente, el siguiente libro, el del gato, nos habla de un hombre cuya alma parece reencarnarse desde la época de la Revolución francesa.

Así, este redivivo nos narrará diferentes momentos históricos a través de sus vidas, las cuales tiene un nexo en común, la relación con la comida. En algunos lugares se ha dicho que este libro pertenece al género de la gastroliteratura y estoy completamente de acuerdo con la afirmación. Cada una de las reencarnaciones se centrará en los platos exquisitos que se crean en cada una de las épocas y en su elaboración. El personaje que se reencarna estará vinculado de muy diversas formas a la cocina: siendo soldado de Napoleón morirá por comer, siendo gato de Balzac nos contará los excesos del escritor, etc. Todo este desarrollo se encamina, bajo mi punto de vista, a un objetivo muy claro: la gula. La gula tanto en el lector, que por mi experiencia, lo pasa un poco mal porque toda la comida que se describe es muy suculenta, como en el protagonista, que poco a poco, a medida que va leyendo el libro, cae en el pecado dejándose todo su dinero en los restaurantes. Pero al final es lógico, si la muerte, como dice Curiós, va a por él, por qué no disfrutar lo único que le queda.
La metaliteratura y el gato


Además de su historia, que nos deja en tensión todo el rato por saber qué va a pasar al protagonista, se nos cuenta la historia que está leyendo el propio señor Maulet, la historia del libro que ha robado al señor Curiós: El gato de Balzac.

Así, el libro se compone de la trama principal, en la que nuestro protagonista es el señor Maulet, y a su vez se nos narra la historia del redivivo, la historia que se desarrolla en el libro que lee por las noches. Lo curioso en sí no es esto, sino que el narrador nos contará los pareceres de Maulet sobre el libro. Y la verdad, no son nada halagüeños.

Para el señor Maulet, El gato de Balzac es un libro que está desestructurado en un principio, lo cual achaca a una posible recomposición, quizá, porque es un libro muy viejo. Además, considera que su prosa es pesada, pero él continua leyéndolo porque no le gusta dejarse libros sin terminar, y a esto se le añade que no tiene estilo y sus historias son inverosímiles. Sin embargo, cuidado, hacia el final de la novela sucederá algo que hará que el señor Maulet dedique lo que resta de su vida al libro. A lo mejor no es la mejor obra, pero tiene su importancia.

El empleo de la metaliteratura que hace el narrador es de agradecer. Gracias a estas opiniones la novela se aligera mucho, porque frente a lo que opina el propio protagonista, la historia tiene su encanto, pero lo pierde un poco por la descripción constante de la comida sin venir a cuento aparentemente.

Un plato y un felino para reflexionar sobre la muerte

Lo cierto es que El gato de Balzac es una obra que me ha sorprendido tanto por su historia, como por su composición. Cuando me aventuré a leerlo no me imaginaba nada de lo que he leído, sin embargo me ha dejado a gusto. Ahora bien, no es un libro que recomendaría a todo el mundo. Su temática es muy específica, muy filosófica, y las descripciones gastronómicas pueden ser maravillosas para quienes gusten de la gastronomía y el buen comer. Para aquellos que no sean tan aficionados a lo mejor estas partes pueden ser un poco pesadas y pueden ralentizarle la trama. Así que, si eres un amante de gastronomía y te gusta filosofar ante buen plato o ante el demonio este es tu libro.
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