El dios de las pequeñas cosas

...Los traseros de los hombres nunca crecen. Al igual que las carteras de colegial, evocan al instante la niñez...

...Sólo continuaron creciendo las enredaderas, como las uñas de los pies de los cadáveres...

...Comenzó a parecer más sabio de lo que realmente era. Parecía un pescador en una ciudad. Lleno de secretos marinos.

...Ése era el problema con los parientes. Al igual que los médicos aviesos, sabían dónde hacer más daño al tocar.

Tras ellos el río latía en la oscuridad, brillando como seda salvaje. Los bambues amarillos lloraban.
La noche apoyaba los codos en el agua y los observaba.

Le estaba agradecido porque no quería cuidarle. Porque no se ofrecía a ordenarle el cuarto. Por no ser su empalagosa madre. Llegó a depender de ella porque ella no dependía de él. La adoraba por no adorarlo.

¡Es tan fácil, a fin de cuentas, destrozar una historia! ¡Romper una cadena de pensamiento! ¡Malograr un fragmento de sueño transportado cuidadosamente como una pieza de porcelana!

...Tenía unas clavículas sorprendentemente bellas y una forma de caminar ágil y bonita.

... aún sabiendo que un día moriremos, vivimos como si fuéramos inmortales

En las Grandes Historias sabemos quién vive, quién muere, quién encuentra el amor y quién no. Y, aún así, queremos volver a saberlo.
Ahí radica su misterio y su magia.