El temor de un hombre sabio

El temor de un hombre sabio, la segunda parte de esta trilogía escrita a fuego lento, deja más preguntas que certezas pero se disfruta casi tanto como El nombre del viento.

La historia del posadero,  de Cronista y Bast, adquiere mayor dimensión en esta parte. Algunos sucesos darán mayor relevancia a este periodo de tiempo. Por otro lado, Kvothe continuará su aprendizaje dentro y fuera de la universidad, enfrentará nuevos retos y conocerá personas cruciales en su camino.

Los lectores vamos a familiarizarnos mucho más con este mundo en El temor de un hombre sabio y eso nos permitirá apreciar los detalles que definen los lugares, costumbres y personas. Es algo que los amantes de la fantasía adoramos: contemplar la invención de mundos y alucinar con todo lo que ese mundo puede ofrecer. La belleza siempre está en lo detalles.

Aunque este libro es menos intimista que el anterior, agradezco que no se desprendiera del todo de ese rasgo. Kvothe no es un chico cualquiera (eso lo sabemos) pero sigue metiendo la pata, disfrutando con la banda de la uni y haciendo travesuras. Sabemos que su camino será extraordinario (en esta segunda parte pasan cosas ya muy en esa línea), pero me gusta que detrás del héroe todavía pueda sentir a la persona.

Pasan muchas cosas en este libro, pero son más de mil páginas y todas aquellas aventuras, experiencias, vivencias, etc., se cocinan a fuego muy lento. Hay momentos que se me hicieron un poco metidos con calzador o muy largos y que no merecían tanta atención (y tantas páginas), pero disfruté mucho la lectura, y sí, creo que también hay episodios que nos volarán la cabeza, e incógnitas que harán que no dejemos ir esta historia tan fácilmente.

Ya veremos qué le deparará a Kvothe (y también al posadero). Espero que la tercera parte logre que  nuestras mandíbulas toquen el suelo.

( Estaba yo muy tranquila, pasando mi noche de insomnio escribiendo esta reseña, cuando me sorprendió un sismo - el segundo en esta semana-. A veces a los seres comunes y corrientes nos pasan cosas extraordinarias. A mí me basta con leerlas. Eso de enfrentarme a los poderes de la naturaleza no va conmigo).