Todos necesitamos a alguien que nos quiera sin límites, que nos regale un amor absoluto e incondicional.
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Todos necesitamos a alguien que nos quiera sin límites, que nos regale un amor absoluto e incondicional.
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Los primeros años, que lo son todo para los padres, sin embargo no son casi recordados por los hijos. No hay otro momento en nuestras vidas en el que recibanos tanto cariño como en- tonces, pero todo queda pronto disuelto en la nebulosa de la memoria a medio hacer.
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"El amor por los hijos puede convertir en héroes a las personas más corrientes, y basta por sí solo para dar sentido a muchas existencias. Es el motor para enfrentarnos a todo y la justificación para cualquier delito. No hay otra fuerza más poderosa entre todas las que hacen girar el mundo".
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Y se da cuenta de que nada de lo que vino después (...) ha podido arrebatarle nunca aquel calor íntimo y profundo, el origen de toda su fuerza. La primera felicidad no se borra jamás.
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Es probable que la aún confusa e inexperta Paulina esté confundiendo el encargo póstumo de su madre –“Sé feliz-, con esta sencilla y embriagadora espiral de excitación, pero lo cierto es que el placer no deja espacio a la tristeza. ¿Puede existir un modo más poderoso de demostrarse a sí misma que sigue viva?
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En el fondo son muy pocos los temores que nos acompañan durante toda la vida, pero precisamente por eso es tan difícil librarse de ellos.
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La infancia tiene el poder de cicatrizar rápido incluso las heridas más profundas, pero no las cura del todo: siempre vuelven a abrirse más adelante.
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A veces solo vemos el valor de algunas cosas cuando ya las tenemos al alcance de la mano.
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No olvides nunca que fuimos felices. Os quiere, vuestro Otto |
"Hoy ha muerto mamá. O quizá ayer. No lo sé. Recibí un telegrama del asilo" ¿El personaje de qué libro está hablando?