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Crítica de Claudia


Claudia
18 July 2020
Esta es la sexta novela de la saga Las Siete Hermanas, de Lucinda Riley, dedicada a Electra, la más pequeña de las hermanas que se conocen, pues hay una desconocida de la que aún no sabemos nada.



A pesar de pertenecer a una saga, La hermana sol se puede leer de manera independiente (como ocurre con el resto de novelas de la serie), aunque se entiende mejor si se leen las anteriores, debido a las referencias sobre historias pasadas que se mencionan de pasada a lo largo de la obra.



Esta novela se divide en varias partes que se van intercalando, mezclando el presente y el pasado.



En el presente, que es el año 2008, tenemos a Electra, narrándonos sus partes en primera persona.

El pasado, narrado en tercera persona, pertenece a Cecily, comenzando en la Nochevieja de 1938.



Electra es una joven de 26 años muy guapa, inteligente y rica, que vive una vida de excesos. Trabajando como supermodelo desde los 16, está acostumbrada a un estilo de vida lujoso (propiciado también por ser hija adoptiva de un extravagante multimillonario). Pero este estilo de vida entre pasarelas y sesiones de fotos, le ha llevado al alcoholismo y la drogadicción (cocaína).

Su actitud altiva y prepotente, y ese control que las drogas tienen sobre ella, dificulta al lector poder empatizar con ella y sentirse cómodo leyendo su historia.



Al igual que pasaba con sus hermanas, Electra fue adoptada por Pa Salt, y desconoce su pasado hasta que éste, tras su muerte, deja que su abogado entregue a cada hermana una carta para averiguar cuál es su origen y su familia biológica. Cada una de las hermanas tiene un origen diferente, y el de Electra se sitúa en la hermosa Kenia.



Stella Jackson, abuela biológica de Electra, será la encargada de introducir la historia de Cecily y ayudar a Electra a conocer su origen y cómo llegó a ser adoptada por Pa Salt. Es gracias a ella que conocemos la historia de Cecily.



Cecily es una joven rica que, al igual que Electra, vive en Nueva York. Sin embargo, sus personalidades son completamente diferentes.



Cecily es tímida e inteligente, con muchas ganas de aprender y dedicarse a la Economía. Sin embargo, la ideología retrógrada y machista del siglo XX la condena a poder cursar Historia en Vassar, sin poder ejercer como trabajadora, pues todo parece conducirla a la búsqueda de un marido al que cuidar y dar hijos.

Pero Cecily no desea ese estilo de vida, por lo que, después de que su prometido decidiera dejarla y casarse con otra mujer, aprovecha el ofrecimiento de su madrina Kiki para viajar a Kenia y sanar su corazón roto, antes de vivir una vida que no desea.



Antes de viajar a Kenia, Cecily pasa una semana en Londres, donde Julius, sobrino de la mejor amiga de su madre, rompe su corazón engañándola y casi forzándola a acostarse con él. Y es aquí donde podemos apreciar una crítica a cómo los hombres siempre han sido más libres y respetados que las mujeres, especialmente en cuanto al tabú del sexo.



Cuando llega a Kenia, Cecily pasa de experimentar una vida recatada, a conocer los excesos de las drogas y el alcohol, rodeada de personas que están más centradas en la fiesta que en la "decencia" que se espera en sus países de origen (Reino Unido o Estados Unidos en su mayoría).



Pero su vida cambia cuando conoce a Katherine y su prometido Bobby, más cercanos a su forma de pensar y actuar, lejos de los excesos. Gracias a ellos, conoce a Bill, un hombre que cambiará su vida por completo.



Mientras vamos saltando entre las historias de Electra y Cecily, se aprecia una semejanza entre sus historias, que no resultan sencillas:

Mientras Electra pasa sus días en rehabilitación, Cecily se ve alejada de su familia, atrapada en Kenia por la Segunda Guerra Mundial, intentando ambas encontrarse a sí mismas y una felicidad que no acaba de llegar.



Me ha resultado mucho más fácil empatizar con Cecily que con Electra y, si bien su vida era más dura y me ha hecho sufrir más, ha sido mi historia preferida. Ha logrado transmitirme y conmoverme mucho más que la historia de Electra, a la que al final he logrado comprender y disfrutar.



El ritmo de la historia se acelera conforme se va acercando el final, precipitándose los acontecimientos y dando saltos en el tiempo (en la historia de Cecily), haciéndola más ágil.



Me ha resultado curioso ver cómo los errores del pasado se siguen cometiendo en el futuro, no solo a nivel histórico, sino a nivel personal.



El drama y el romanticismo forman parte de esta historia que supone un claro llamamiento a que dejemos que todos los tipos de amor que se pueden sentir sean libres y nos dominen, es también un grito al feminismo y la lucha por la igualdad de derechos. además de una clara denuncia en contra del racismo y la drogadicción. Temas que, si bien se han tratado con perspectiva del pasado, siguen siendo muy actuales y por los que aún tenemos que seguir luchando.



La última parte de la historia está narrada en primera persona por Maia, la mayor de las seis hermanas que conocemos, dando un cierre a esta historia y un comienzo a conocer a esa hermana perdida de la que sabremos en la última historia de la saga.



Por último, quiero mencionar que la historia resulta interesante, envolvente y preciosa, pese a algunas partes algo más lentas o aburridas, pero que explican bien las distintas situaciones a las que Electra y Cecily se enfrentan.

Hay también varias erratas, demasiadas si consideramos las correcciones a las que ha sido sometida la novela, y que en ocasiones resultan incómodas.



Por mi parte, he disfrutado leyendo esta historia que me ha hecho pensar en todo aquello que tenemos y no siempre valoramos, acompañando a dos mujeres fuertes e inteligentes, convirtiéndose en una historia que merece la pena leer.

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