Nietzsche escribió: «La cuestión del grado en el que la vida siquiera requiere el servicio de la historia es una de las preguntas y preocupaciones supremas relativas a la salud de un hombre, un pueblo o una cultura». Pág. 55 |
Nietzsche escribió: «La cuestión del grado en el que la vida siquiera requiere el servicio de la historia es una de las preguntas y preocupaciones supremas relativas a la salud de un hombre, un pueblo o una cultura». Pág. 55 |
La cuestión crucial es esta: no es preciso negar el valor de la memoria para reiterar que la documentación histórica (la verificable, no la mitopoética) no justifica el paso franco moral que actualmente se le suele conceder a la rememoración. Pág. 53 |
Timothy Garton Ash, historiador de Oxford, en una ocasión, pleno de confianza, aseveró en una entrevista que al igual «que una persona sin memoria es un niño», así «una comunidad política nacional o de otra especie sin memoria con toda probabilidad será infantil». Pero no hay ninguna evidencia de que esto sea cierto. Desde el punto de vista empírico sobran las razones que respaldan el argumento contrario: en muchos lugares del mundo no es la renuncia sino el apego a la memoria la causa aparente de que las sociedades sean inmaduras. Y en las sociedades acechadas por un peligro efectivo de fragmentación o algo peor, invocar determinados recuerdos a veces puede obrar el mismo efecto nada menos que el proverbial grito de ¡fuego! en un teatro abarrotado. Pág. 52 |
En cuanto a la rememoración, parecería que Nietzsche tiene la última palabra: «No hay hechos, solo interpretaciones». Pág. 52 |
[…] Renan no se hacía ilusiones: «Las naciones no son eternas —escribió—. Tuvieron su principio y tendrán su fin». […] Dado ese destino final, y puesto que Renan entendía la existencia continuada de una nación sobre la base de lo que llamaba «un plebiscito diario» —el riesgo de desintegración que enfrenta desde su principio hasta su final—, reiteraba que, de hacerse un llamamiento, a una nación le convendría más optar por el mito, codificado en la rememoración colectiva, que optar por la historia. Pág. 45 |
En ¿Qué es una nación? (1882), [Renan] escribió: «El olvido, e incluso aseveraría que el error histórico, son un factor esencial en la creación de una nación». Pág. 45 |
En lo que coinciden los historiadores profesionales y el público en general es en que las naciones fueron fundadas sobre «un profuso legado de recuerdos», según señaló Ernest Renan, el historiador (nacionalista) francés del siglo XIX. O en la formulación, más moderna, de la socióloga Dominique Schnapper: «tanto para los individuos como para los pueblos, la memoria es el predicado del ser». Pág. 45 |
Pero como advierten los mejores historiadores, cuanto más sustancial es la memoria colectiva para una sociedad, tanta menos atención se les prestará a ellos. Y lo anterior omite una cuestión que Claude Lévi-Strauss invitaba a plantearse a los historiadores al preguntar si «cuando intentamos hacer historia científica, ¿en verdad hacemos algo científico o también permanecemos montados a horcajadas en nuestra propia mitología?». Pág. 44 |
Como señaló el gran historiador francés Jacques Le Goff, puesto que «la memoria solo busca rescatar el pasado para servir al presente y al futuro», apenas sorprende que los ejercicios colectivos de rememoración histórica se parezcan mucho más al mito, por un lado, y a la propaganda política, por el otro, que a la historia, al menos a la historia entendida como disciplina académica: la índole de historia que cuando se hace con propiedad siempre es crítica, y cuyas reflexiones, aunque de cuando en cuando puedan considerarse útiles para la sociedad en su conjunto, no pretenden ser instructivas. Pág. 37 |
Y una vez que se ha consolidado la desvinculación fundamental de los procesos por los cuales el pasado de una tradición artística, política o ética se transmite de una generación a la siguiente, es difícil conjeturar cómo se puede revertir o reparar eficazmente. Pág. 36 |
¿Qué objetousaron como traslador en el Mundial de Quidditch?