Elogio del olvido de David Rieff
[…] Renan no se hacía ilusiones: «Las naciones no son eternas —escribió—. Tuvieron su principio y tendrán su fin». […] Dado ese destino final, y puesto que Renan entendía la existencia continuada de una nación sobre la base de lo que llamaba «un plebiscito diario» —el riesgo de desintegración que enfrenta desde su principio hasta su final—, reiteraba que, de hacerse un llamamiento, a una nación le convendría más optar por el mito, codificado en la rememoración colectiva, que optar por la historia. Pág. 45 |