Memoria por correspondencia

Creo que fue en ese momento que nació entre Helena y yo una especie de pacto secreto y profundo; un sentimiento inconsciente de que éramos solas y que solo nos pertenecíamos la una a la otra.

Mi cabeza es como un cuarto lleno de trastos viejos donde no se sabe más lo que hay ni en qué estado.

Nuestro grupo seguía sólidamente unido, unido en la complicidad y en la gran soledad y estirilidad de nuestra vida interior

Todo lo que era aprender lo detestaba, solo me gustaba inventar yo misma las historias, imaginar cosas

creo que en ese momentoaprendí de un solo golpe lo que es la injusticia y que un niño de cuatro años puede ya sentir el deseo de no querer vivir más y ambicionar ser devorado por las entrañas de la tierra. Ese día quedará sin duda como el más cruel de mi existencia