Memoria por correspondencia

Primera lectura: 1 de marzo de 2020 a 31 de marzo de 2020

No hay forma más certera de conocer el alma de un ser que a través de la escritura. Emma Reyes, mujer, pintora y "escritora" tal vez, lo que si es cierto es que su historia es la de muchas mujeres colombianas, su voz y sus palabras son un golpe directo a la memoria, una memoria que ha pretendido olvidarlas, pero que cada cierto tiempo, alguien tiene la valentía de gritar y hacer que el sonido golpee corazones y se convierta nuevamente en una realidad. "Memoria por correspondencia" es un libro epistolar, uno de tantos, pero con una historia sencilla, real y honesta, que surge de los dedos y los recuerdos de una mujer que tuvo como única compañía el abandono. Un padre que nunca conoció del cual solo escuchó rumores, una madre que no la sentía suya sino que la vio como el obstáculo de su felicidad, una hermana confidente y compañera con la cual hizo un voto de silencio y qué tal vez fue la manifestación más grande de su amor. El destino, la sensata realidad, un día la sacó de su inocente infancia, la olvidó y terminó encerrada en un Convento, donde la época, la educación, los temores, las culpas, las tentaciones y el pecado, forjaron una personalidad que la incomodaba y la torturaba y sin haber conocido algo distinto, dentro de su ser sentía que existía algo más, que esto que vivía solo podría ser un sueño o una pesadilla de la cual algún día podría despertar. Unas llaves la trajeron a la realidad donde al fin fue ella quién esta vez uso a su favor el abandono y empezó, con sudor y lágrimas a descubrir el mundo, a viajar en el.
Leer a Emma Reyes es leer la historia de Colombia, existen datos que no coinciden y la mayoría de sus referencias carecen de rastro, culparla por eso sería una injusticia, la mayoría de recuerdos hacen parte de su infancia, momento en el que confundimos y mezclamos fantasía con realidad, pero por otro lado, creo que fue intencional, su voto de silencio fue una promesa entre hermanas, forjada en el amor, son juramentos que se llevan en la sangre y mueren cuando el corazón deja de latir.
Acércate a un libro sincero, escrito con el corazón de una niña que sufrió mucho, pero que no sabía que eso se llamaba sufrimiento hasta que conocido la dicha y la felicidad.

"En esos medios uno nace sabiendo lo que quiere decir hambre, frío y muerte."

Emma Reyes repasa a lo largo de veinte tres cartas escritas en un lapso de 28 años a su amigo Germán Arciniegas los duros años de su infancia, desde los márgenes de la ciudad de Bogotá, pasando por varias ciudades del interior de Colombia, hasta terminar en un convento. Emma y su hermana Helena deben atravesar condiciones de vida terribles, primero a manos de la Señora María (una madre que no permite que sus hijas se dirijan a ella con ese título), que las somete al hambre, al encierro, al abandono y a la violencia, y luego a manos de las monjas, que las explotan a cambio de condiciones de vida muy poco aceptables, y que las dejan vulnerables frente a otro tipo de peligros.

La lectura es sumamente ágil, ya que si bien Reyes no es escritora y no hace uso de recursos literarios muy sofisticados, tiene un don para relatar anécdotas de modo fluido y entretenido. Un acierto en las primeras cartas es el intento de Reyes de reconstruir la mirada infantil e inocente del mundo ("me preguntó si yo tenía papá y mamá, yo le pregunté que qué era eso y me dijo que él tampoco sabía"). Sin embargo, a medida que se desarrolla la narración va ganando espacio la mirada adulta, crítica e irónica de lo que sucede, sobre todo en el convento, ya que Reyes quiere transmitirnos sus críticas a la institución y al uso que hace de las niñas. Una mirada no exenta de humor, presente en algunos de los pasajes más memorables del libro, como la descripción de la hermana Carmelita, que no puede dejar de engordar porque se le cerraría el círculo de la culebrilla, o el momento en que la madre superiora es atropellada por las niñas debido al pánico que generó su propio sermón sobre el diablo.

Es una lectura muy recomendable para conocer la realidad social de Colombia en las décadas del 20 y del 30, y para ingresar en una subjetividad siempre acallada: la de las niñas pobres latinoamericanas.

Es imposible no conmoverse al entrar en ese lejano mundo que Emma Reyes le devela a su amigo historiador a través de esta escritura epistolar y en el cual narra en principio para él y luego para nosotros todos los episodios dolorosos de su infancia, recordados con la visión de una niña, aunque los haya escrito siendo ya una mujer adulta.
Las calamidades, el abandono, el abuso físico y psicológico del que son victimas este par de huérfanas, llevándolas a sellar pactos de silencio con el fin de anular momentos de sus vidas, es el viaje del que somos testigos en estas cartas, la visión de una Colombia geográficamente muy diferente, con cien años de cambios en su desarrollo de infraestructura y políticas, pero en la que socialmente y en los contextos prácticos sabemos que historias como la de Emma y Helena se siguen repitiendo por la ineficacia del estado y por los conflictos que aún no se detienen.
A pesar de los episodios tan dolorosos que recorremos en estas veinte tres cartas, en las que no solo presenciamos, crueldad, abusos, desconsuelo y el rechazo explicito que muestra el entorno a la protagonista por su aspecto físico, por fortuna y gracias a la imaginación infantil y vivaz de la misma, logra robarnos algunas sonrisas con sus ocurrencias, con la forma en que enfrenta el dolor y el mundo que le tocó vivir, así como nos hace plantear dilemas de fe y cuestionamientos de la importancia de generar políticas que realmente se apliquen para proteger la infancia e inocencia de todas las niñas y niños.

"Creo que en ese momento aprendí de un solo golpe lo que es injusticia y que un niño de cuatro años puede ya sentir el deseo de no querer vivir más y ambicionar ser devorado por las entrañas de la tierra. Ese día quedará sin duda como el más cruel de mi existencia". 🇨🇴 Emma Reyes
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Este libro es un conjunto de 23 cartas que le escribió desde París la artista Emma Reyes a su amigo Germán Arciniegas (entre 1969 y 1997), contándole sobre su infancia en Colombia.
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Emma y su hermana enfrentan el abandono por parte de sus padres y luego viven su educación en un convento. Es un libro que evidencia la cruel realidad que vivieron muchos niños en la época, situación que aún persiste. Emma se enfrenta a distintas situaciones duras a su corta edad, y aunque se las cuenta a su amigo, escribe con una genialidad que hace que la lectura de las cartas no sea en lo absoluto un conjunto de quejas y sufrimiento.
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Emma relata su acercamiento a la religión y las dinámicas que vivió durante sus años en el convento, con apuntes tan geniales como los siguientes: "Lo primero que nos enseñó la monja joven fue a jugar a las cruces, lo que ella llamaba persignarse". "Nuestro único enemigo era el Diablo. del Diablo sabíamos todo, sabíamos más del Diablo que de Dios".
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La manera de escribir de Emma es muy invitadora. Tenía muy altas expectativas que sesgaron mi acercamiento al libro. Aún así, es una lectura que disfruté y recomiendo 🌊📚🏊🏽‍♀️

Leer las memorias de Emma es impresionante en todos los sentidos, porque vivió bajo condiciones inhumanas siendo tan solo una niña, y porque la voz con la que narra se conserva, de alguna manera, inocente. Es como si invitara al lector a conocer el mundo que ella estaba descubriendo en ese entonces, pues escribe exactamente lo que un niño diría o pensaría.

Creo que el libro va mucho más allá de Emma Reyes. Es una niña narrando la crueldad. Emma puede representar a los niños que tanto han sufrido por falta de oportunidades y por maltrato. En sus cartas el lector puede viajar a su pasado, pero también puede servir como un retrato de la realidad del país en el que vivimos. Sus memorias son una denuncia contra la injusticia, la crueldad, el clasismo y la inmoralidad de la Iglesia. Estas cartas muestran desde los recuerdos de una niña lo que significa no tener oportunidades y callar ante lo injusto.

Les recomiendo esta lectura, la disfruté muchísimo.