Cometierra

"Acaricié la tierra que me daba ojos nuevos, visiones que solo veía yo. Sabía cuánto duele el aviso de los cuerpos robados".

Nada más cerrar este libro he sentido la necesidad de hablar de él. Normalmente dejo pasar unos días para reposar la historia, poner sentimientos en orden y hablar de ella lejos del ímpetu o desaliento que provoca el final. Pero con "Cometierra" tengo la necesidad de desahogarme; necesito alguna forma de quitar el peso que me ha dejado la historia.

Cometierra era una niña cuando quedó huerfana. En el cementerio la tierra la llamó, sintió el deseo de comer la tierra que cubría el cuerpo de su madre muerta. Ese trago le reveló el ases*nato de su madre a manos de su propio padre y el descubrimiento de un don envenenado: es capaz de ver lo que les sucede a las personas desaparecidas comiendo la tierra del lugar que pisaron por última vez.

Las botellas llenas de tierra se acumulan como montañas de basura en la casa de Cometierra, todas ellas depositadas por los familiares de los y las desaparecidas. Cientos de personas, la mayoría mujeres, que han sido secuestradas, que han sufrido todo tipo de violencia y que, en el peor de los casos, han sido ases*nadas. A través del día a día de CometierraDolores Reyes denuncia la lacra de los feminicidios, la inactividad policial, así como, la pobreza y el abandono de barrios en los que los jóvenes conviven con la violencia y con las consecuencias de esta; juventud precarizada sin estabilidad familiar, sin oportunidades ni motivaciones.

Un libro breve, sencillo e intenso al mismo tiempo. Un texto que se mueve entre el lirismo más bello y la jerga callejera, entre la magia y la realidad más cruda. "Cometierra" es un golpe seco y la puerta a una realidad terrorífica e invisible que sentimos muy lejana en tiempo y espacio, pero está sucediendo ahora.

Deseando leer "Miseria", la segunda parte de esta brutalidad.