Esperando al diluvio

El policía Noah Scott Sherrington lleva años persiguiendo al asesino en serie llamado John Biblia. Persigue a un tipo que está seguro de ser quien busca pero antes de darle caza su vida da un giro brusco.

A pesar de su frágil salud, Noah no está dispuesto a que el tipo siga matando a jóvenes mujeres y una corazonada le lleva de Glasgow a Bilbao, donde está convencido de que Biblia ha recalado.

Es agosto de 1983, la ciudad está inmersa en plena Aste Nagusia, la Semana Grande de fiestas llena de actividades, y no para de llover. Noah encontrará aliados para su causa, también a alguien a quien no esperaba conocer, tratando de dar con el paradero de Biblia y detenerle de una vez por todas le cueste lo que le cueste, aunque sea su propia vida. Y en eso llegará el diluvio y las inundaciones de Bilbao.

No puedo decir que no me haya gustado "Esperando al diluvio" porque hay una trama bastante buena, mi ciudad es muy protagonista y los personajes son realmente buenos; pero aquí entran, valga la redundancia, los peros, y es que es tan descriptivo que aburre y se hace repetitivo. Eso le resta muchos puntos para mi gusto, porque si no me salto páginas, aún seguiría con él.

Eso sí, he acabado llorando como una magdalena y sin tan siquiera darme cuenta de que mis ojos iban a empezar a gotear porque ¡menudo final! Hay algo que pasa que hubiese cambiado, entiendo lo poético del asunto pero aunque no es mal cierre, creo que hay dos factores que lo estropean y que, obviamente, no puedo desvelar.

Casi 500 páginas no eran necesarias para contar esta historia, con 300 hubiese sido más que suficiente, pero Dolores Redondo se explaya sobremanera para detallar con muchos pelos y señales hasta los recorridos por Bilbao que hace el protagonista. de verdad, si conoces la ciudad aún, pero para quien no la conozca es relleno y más relleno, al igual que muchas páginas dedicadas a determinados personajes que podrían haberse omitido.

Tres estrellas, algo más que un aprobado raspado por sus virtudes que tenerlas, las tiene, y que no son más por la cantidad de información no necesaria que la escritora nos da y que rompe el ritmo de la trama.

Por cierto, aviso a los lectores:

-En Bilbao no tenemos río, tenemos ría y hay mucha alusión a la primera palabra y no a la segunda.

-En 1983 la Plaza Circular no se llamaba así, sino Plaza de España. Esto quizá sea de tiquismiquis, pero una es de Bilbao y de los 80 así que os dejo el dato, porque hasta 1995 no volvió a tener su nombre original.