Dolores Redondo tiene la capacidad de transportarte a lugares preciosos, con tradición y magia. En esta novela nos enseña un Elizondo que podemos imaginar perfectamente y que acabamos conociendo como si hubiéramos vivido toda la vida en sus calles. Es ese marco tan especial el que hace que la historia sea tan completa. La localización es casi un personaje más de la trama, como también ocurre con Vitoria en la trilogía de la Ciudad Blanca de Eva García Sáenz de Urturi, que también me encantó por esta misma razón.
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