Misteriosa llama temblaba en la azulada flor de sus pupilas, su boca de niña melancólica se entreabría sonriente, y sobre su rostro derramábase como óleo santo, mística alegría.
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Misteriosa llama temblaba en la azulada flor de sus pupilas, su boca de niña melancólica se entreabría sonriente, y sobre su rostro derramábase como óleo santo, mística alegría.
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Ser criado de ciego es acomodo de muchos quisieran […] Puesto que has venido, vamos a la rectoral: ¡Allí hay caridad! En este paraje no se recoge una triste limosna.
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¿Con qué frase empieza esta novela?