Ahora, después de cinco años recibiendo semejante formación en literatura inglesa, Cassandra creía poder considerarse una mujer razonablemente culta. A veces hasta osaba preguntarse si, de haber contado con los privilegios que su marido había tenido, el Balliol College de Oxford y la licenciatura en Lengua y Literatura inglesas, no habría sido incluso más culta e inteligente que él.
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