Sabían que no podían romperme. Me pregunté si sería porque ya estaba roto.
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Sabían que no podían romperme. Me pregunté si sería porque ya estaba roto.
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Un grito desesperado de alguien a quien no le han dejado ser él mismo.
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A diferencia de Shakespeare, Steinbeck no necesitaba un traductor. Escribía en lengua vernácula, llana y sencilla. Mejor todavía, era breve. De ratones y hombres: ciento cincuenta paginitas de nada.
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Varios siglos atrás, a los miembros de la realeza se los consideraba seres divinos; ahora éramos insectos. Qué divertido arrancarle las alas.
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El príncipe Harry cuenta en primera persona su vida desde que murió su madre hasta nuestros días. Un desgarrador y sincero relato que no te dejará indiferente. A veces impactantes, otras ridículas, otras increíbles. Poco a poco nos relata sucesos de su vida cotidiana, de su relación con su hermano Willy, su abuela la reina Isabel II, su padre el príncipe de Gales, Camila y cómo no, su madre la princesa Diana, que fue el motor de su vida y la llegada de Megan, su esposa. Es increíble la frialdad de su familia con un niño que acaba de perder a su madre (la única que le demostraba su amor incondicional). Acontecimientos inauditos que no se deberían justificar. Sus problemas de adaptación y autoestima se acrecentaron por la indiferencia de su familia y la persecución voraz de la prensa. Tan sólo pudo encontrar la paz y la felicidad alejándose de la vida en la corte de Gran Bretaña. Un grito desesperado de alguien a quien no le han dejado ser él mismo. Muy recomendable. |
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