Dinosaurios sumergidos

Abigail es una periodista científica a quien su trabajo ha llevado a vivir aventuras con las que cualquier niño sueña todas las noches, excepto sus sobrinos Lucas, Simón e Isabel, quienes junto a su amiga Juana, suelen unirse a los viajes de su tía Abi.

En esta ocasión se encuentran a bordo del Deep Ocean Driller, un buque oceanográfico que se encuentra frente a la península de Yucatán intentando encontrar las piezas que encajan en el rompecabezas de la extinción de los dinosaurios hace más de 65 millones de años.

A este cuarteto de muchachos los envidio bastante por contar con tan buenos mecenas en la Ciencia. Cada vez que están junto a su tía Abigail conocen cosas muy interesantes y pueden participar activamente en las actividades que los científicos que conocen están desarrollando. Yo hubiera dado lo que fuera por tener una inmersión tan genial en la Ciencia desde una edad temprana.

Es un libro que exhorta a las nuevas generaciones sobre la Ciencia, el trabajo de los científicos y la importancia de este en la comprensión de nuestro planeta, de la vida y del universo. Me gustó mucho la cantidad de datos científicos reales que tiene el libro, no solo sobre los dinosaurios —tema central de este libro— sino también sobre el océano, la vida marina y las técnicas que se usan para estudiarlo.

Lo que más me desconectó del libro por momentos fue el encontrarme con demasiados diálogos que a veces me parecieron bastante innecesarios y el cambio tan repentino de un escenario a otro: por un momento estamos en la cubierta del barco y de la nada estamos en un laboratorio.

Este tipo de libros con temas científicos dirigidos a un público más juvenil, menos curtido y todavía con la curiosidad intacta son una buena herramienta para presentar temas que de otra forma puedan parecer aburridos o tediosos, sin dejar de lado que son capaces de provocar una sensibilidad por la Ciencia tan necesaria en las nuevas generaciones, no necesariamente porque todos se tengan que dedicar a ella en el futuro, sino porque sin importar el quehacer diario, los temas científicos son inherentes a nuestra cotidianidad y un dominio de ellos es sin duda alguna, la única forma de encontrar una mejoría como sociedad.