La campana de cristal

Hay libros difíciles de leer, de asimilar y evocar. Este es uno de ellos. Me ha dejado en un poso muy turbio.

Sylvia Plath fue una escritora norteamericana, conocida por sus poemas, la llamada poesía confesional, y por los que ganó póstumamente el premio Pulitzer, y por publicar una única novela, en gran parte autobiográfica: La Campana de cristal. Se suicidó a los treinta años, al mes de que su novela viera la luz en 1963.

La Campana de cristal es una alegoría de la enfermedad mental que esta autora padecía. Se alude a esta burbuja impenetrable para simbolizar la realidad que vivió su alter ego y protagonista, Esther Greenwood, que desbordada por las expectativas que la sociedad le imponía en la época, y lo que los demás esperaban de ella, esta chica de matrícula de honor, inteligente y con una beca para trabajar en una prestigiosa editorial de Nueva York, experimentará en la gran ciudad todo tipo de lujos y vida alegre, que ella vivirá bajo un prisma de inferioridad, aislamiento y distorsión.

Para mí, lo realmente interesante de esta novela no es en sí la historia, que a mi modo de ver, está muy bien escrita: en primera persona, con un estilo algo abstracto, con ese fluir frío y oscuro, que mediante las confesiones de esta chica vas viendo cómo se va metiendo en la boca del lobo; que esto ha sido espectacular, pero que en sí, lo más singular ha sido conocer la vida personal de la autora, saber que Esther fue Sylvia, la reflexión es inevitable.

La vida de esta poeta fue bastante turbulenta, una mujer muy conciente de sus derechos, deseaba libertades que no tenían cabida en la sociedad machista que le tocó vivir. A esto le sumamos una maternidad que a priori no la deseaba,un amor tóxico con su marido, la pérdida temprana de su padre. Una persona que, parece, nunca se sintió ni comprendida ni amada, y que su orgullo y su ego tampoco la ayudó.

La novela es interesantísima, aunque no es para todos los públicos, diría. Pesa.

Recomendada para entender el desarrollo de la enfermedad mental. Para quitar un poco de polvo a este tema aún tabú, que solemos enterrar por desagradable y desconocido.