La campana de cristal

Siempre había escuchado que Sylvia Plath había publicado una única novela y que, al mes de haberlo hecho, se había suicidado.

En esta novela conocemos a Esther Greenwood: una joven de 19 años que nunca había salido de su pueblo y que de golpe recibe una beca para estudiar y trabajar como redactora en una revista de Nueva York durante el verano. Junto con otras jóvenes, se alojará en un hotel con todos los gastos pagados, entre fiestas, amigas y otras anécdotas. Conforme pasan los días, vamos conociendo de ella sus aspiraciones, sus sentimientos, plantes de futuro (trabajo, matrimonio…), descubriéndonos a una joven cuya inestabilidad emocional puede parecer la típica de la edad. Pero es a su vuelta a casa, en Boston, cuando todas estas inseguridades le hacen caer en un período de depresión que la llevará a intentar suicidarse, acabando con ella ingresada en una institución de salud mental.

La división de la novela en dos partes bien diferenciadas, la primera en Nueva York en la que protagonista vive una época dorada, pero en la que atisbamos rasgos de su personalidad, contrasta y choca con esa ‘caída a los infiernos' que sufre a su vuelta a casa. Mientras que de la primera obtenemos una lectura superficial y lineal de los hechos, en la segunda ahondamos en los sentimientos de Esther, que a la vez se mezclan con recuerdos, preocupaciones y otros pensamientos fugaces.

Esther es la versión literaria de la propia Sylvia y ambas buscan su lugar en el mundo. Ella no desea tener que escoger una posibilidad para su vida, sino que anhela todas las opciones latentes y es esta falta de decisión ante el propio destino la llevará a no poder realizar nada concreto en su vida.
El dolor, el miedo y la ansiedad se plasman a lo largo de la novela de una forma bellísima, al igual que sus breves alegrías. Y así, nos sentimos un poco más cerca de quién fue Sylvia Plath.
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