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Un viaje a través de la locura o porque vivir si, al final de cuentas, todos nos acabamos muriendo? 'La campana de cristal' de Sylvia Plath llegó a mis manos sin grandes pretensiones, pero con muchas ganas de leer a la autora. Si tengo que ser honesta, no tenía ni idea de su argumento, y quizás es la gracia de leer algo de lo cual no sabes que esperar: que te termina sorprendiendo. Esther Greenwood es una joven con talento que, con el paso del tiempo, va decayendo cada vez más hacia un destino sin retorno. Desde las calles luminosas de Nueva York a los tranquilos barrios de Boston, se siente atrapada en una campana de cristal que le quita el oxígeno y las ganas de vivir. Un proceso que se hace cada vez más evidente con cada giro de página y, a pesar de no estar narrado de forma cronológica, se lee con avidez, pues la poesía de Plath se refleja en su prosa, así como el gusto com el que elige cada palabra, así como el simbolismo aplicado en cada detalle. Dura pero ágil de leer, así como llena de detalles y ternura, Plath comparte un relato de raíz autobiográfico que narra el proceso psiquiátrico de una joven de 19 años que vive abocada a la idea del suicidio, un hilo conductor explicado con claridad que acompaña múltiples miradas que abrazan desde el día a día de una post adolescente hasta las amistades tóxicas o la virginidad. 'La campana de cristal' es la última obra, y la primera novela, que escribió Plath antes de suicidarse, por eso se entiende a Esther Greenwood como el alter ego de Plath. La obra se publicó por primera vez con el pseudónimo de Victoria Lucas. |
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