Lo que ponía en su camiseta era: “Salvad a Guy Fawkes”. Nos quedamos mirándonos durante cinco segundos, luego él sonrió. —Hola. Ya solo con esa palabra me hizo despegar del suelo. La hoguera desapareció. Y la gente también. No estábamos más que el chico y yo y nuestros ojos brillando en el centro del universo. |