Nubes de kétchup de Annabel Pitcher
—Así ¿cómo? —gritó Aaron soltándose de un tirón. Su pecho subía y bajaba, teníamos el pulso a cual más acelerado y yo necesitaba hacerle comprender. —¿Contigo pensando que he escogido a Max! —¡Lo has escogido! —¡Porque no sabía que tú eras una opción! Y sin pensármelo dos veces, sin preocuparme por las consecuencias, le agarré la cara y tiré de ella hacia la mía, y nuestras bocas se encontraron con tanto ímpetu que me dolió de la forma más dulce posible. |