La desaparición

No es un thriller. No hay pistas como tal sobre lo que realmente les puede haber ocurrido. Se trata de una novela que relata en 13 capítulos narrados por mujeres, cómo afecta a la sociedad y a personajes más o menos cercanos a estas chicas, la desaparición de las mismas.
A mí me ha decepcionado bastante, principalmente porque me esperaba otra cosa totalmente distinta.
La mayoría de los relatos que cuenta no son en absoluto trascendentes para la historia principal, en muchos casos se trata de alguien que ha visto en la tele que dos chicas han desaparecido, reflexiona un párrafo sobre ello y el resto del capítulo, el cual es extremadamente largo, se limita a confesarnos los pensamientos sobre cualquier tema de su vida, relación amorosa, trabajo, hijos...
Para que nos entendamos, es como si hablas con tu vecina del quinto y te dice “He visto que han desaparecido dos niñas, qué triste. Aprovecho para contarte que mi marido me pone los cuernos con su compañero Paco y además estoy embarazada de trillizos”.
Sin embargo, tengo que concederle que he podido empatizar con muchos de los personajes que completan este libro. Me ha resultado excepcional la manera en la que te hace meterte en la vida de esas personas que no conoces, y que en un principio ni siquiera te importaban. Es una auténtica pena tener que quedarnos sin saber cómo concluyen estas historias por tener que darle paso a otro capítulo más. Creo que este libro habría ganado muchísimo, por lo menos para mí, si hubiera tenido menos perspectivas y que, en su mayoría, tuvieran más relación con el caso principal.

28/2021. "No lo hagáis, cuidado, por favor, no lo hagáis". Eso era lo que les decía en mi cabeza como un mantra a las protagonistas del primer capítulo, mientras la tensión crecía en mi interior porque estaba presenciando un episodio aterrador. Aliona y Sofía son dos niñas que intentan entretenerse en una ociosa tarde de agosto pero todo se complica cuando un desconocido se ofrece a llevarles a casa en coche.

Tras este primer capítulo nos quedaremos en la península de Kamchatka durante un año y conoceremos a algunas personas a las que, de manera directa o indirecta, afecta esta desaparición inquietante. Cada uno tendrá una forma de enfrentarse a ello como no puede ser de otra forma puesto que las circunstancias personales les condicionan. Sin embargo, todos tienen en común un aspecto marcado por la propia geografía del territorio: la dificultad de escapar o distanciarse. Eso se amplía al plano emocional y encontramos personajes atrapados, cuyos deseos son muchas veces motivo de frustración.

Cada episodio se centra en una mujer de la península, y lo que logra hábilmente Phillips es que veamos los problemas e inquietudes a las que han de enfrentarse las mujeres en ese recóndito lugar del planeta, que lamentablemente son, en muchas ocasiones, las mismas que ya conocemos, aunque allí es fácil que se agraven debido al aislamiento y la dificultad para introducir avances y cambios sociales.

Me ha llamado la atención lo bien que refleja el shock que supuso la apertura de la URSS al capitalismo y cómo de marcadas están las diferencias étnicas entre nativos y blancos, habitantes de los pueblos y de la capital.

La sensación de estar haciendo un puzzle, incluso pensando que le faltará una pieza, pero querer verlo montado, observar el conjunto y apreciar la imagen total.

Y no perdamos de vista que la novela fue finalista del National Book Award entre otros y que Phillips nació en 1989... Cuántas buenas novelas nos puede traer!!

Es agosto y las hermanas Golosovski han salido a jugar a orillas del mar. Lo que parecía una tarde rutinaria y aburrida, acaba convirtiéndose en un día aciago en el que movidas por la confianza inocente y desinteresada propia de su edad (11 y 8 años, respectivamente) aceptan que un desconocido las lleve a casa en su coche.

Julia Phillips crea una historia muy diferente a otras del género, en la que la investigación sobre la desaparición de las hermanas no recae en la policía como tiende a hacerse en este tipo de novelas, sino que lo hace en un colectivo más amplio, la sociedad. Si bien al principio puede parecer caótico o inabarcable, con el paso de los capítulos va cobrando sentido y resultando en una experiencia hipnótica, cargada de suspense y crítica social.

Para conseguir que el lector vaya conociendo a los múltiples protagonistas de la novela, Phillips juega con una narración en la que cada capítulo marca el paso del tiempo y un cambio en el narrador. Es un recurso muy original, ya que en ningún momento olvidamos ese misterio que debe ser resuelto, pero nos permite ir avanzando con calma, como en el mundo real, y ver cómo este tipo de eventos son percibidos por los demás.

Es sorprendente cómo, aunque al principio pueda generar confusión, todos los personajes y todos los elementos que van apareciendo a lo largo de la novela, tienen relación y en ningún momento permiten desconectar con la trama principal, dejando claro que es una obra perfectamente perfilada, con mimo y cuidado, de lectura pausada y disfrute asegurado.